Un fanático de la tortura podría llegar a la Presidencia

AutorAnne Vigna

RÍO DE JANEIRO, BRASIL.- Nadie hubiera podido imaginar que el diputado federal que cometió la peor ofensa a la expresidente Dilma Rousseff el día de su destitución sea hoy el candidato que encabeza la contienda presidencial de 2018.

El 17 de abril de 2016 Jair Bolsonaro dedicó su voto a favor de la destitución "a la memoria del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, el terror de Dilma Rousseff”.

En 2008 Brilhante Ustra fue el primer militar en ser reconocido por la justicia brasileña como torturador. Entre 1970 y 1974 dirigió el DOI-CODI, un centro de tortura en Sao Paulo donde cerca de 500 personas fueron torturadas; entre ellas, la propia Rousseff.

En 2011, la Comisión de la Verdad, instalada por Rousseff, acusó a Brilhante Ustra por la tortura, seguida de la muerte, de 60 personas. Pero el militar murió en 2015, a los 83 años, sin haber sido juzgado ni condenado, gracias a la Ley de Amnistía que los propios militares se otorgaron en 1979 y cuyo respeto exigieron para dejar el poder a los civiles en 1986.

No fue la primera vez que Bolsonaro hizo una apología impune de la tortura. Por sus palabras el día de la destitución de Rousseff fue procesado por el Partido Verde, pero absuelto medio año después por sus colegas del Consejo de Ética de la Cámara de Diputados, por nueve votos a uno. Antes de este episodio ya había declarado en una entrevista televisiva: "Estoy a favor de la tortura". Y en radio dijo: "El error de la dictadura fue torturar y no matar".

Nunca antes ningún político había defendido tanto a la dictadura y a sus torturadores ni había llegado a proponer un gobierno tan acotado por militares. Varios de sus asesores son uniformados y su compañero de fórmula, el candidato a vicepresidente, es el general Hamilton Mourao, quien hizo declaraciones tan polémicas sobre el tema que el propio Bolsonaro tuvo que callarlo.

Para Maud Chirio, profesora de historia contemporánea en la Universidad de París y especialista en la dictadura brasileña, Bolsonaro representa una amenaza para la democracia, pero no significa el regreso a una dictadura: "Si Bolsonaro gana, tendremos un régimen militarizado, no un régimen militar. La jerarquía es importantísima para los militares y Bolsonaro es un excapitán, excluido del ejército por haber fomentado un atentado contra instalaciones militares. Es imposible para los uniformados imaginar que él podría ser jefe de un régimen castrense".

Bolsonaro entró al ejército en 1973, a los 18 años; se formó en la...

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