La fascinante Teresa Proenza

AutorXavier Guzmán Urbiola

La noticia del asesinato del presidente John F. Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, corrió como reguero de pólvora por todo el mundo. En la Ciudad de México una serie de llamadas telefónicas y cables internacionales interrumpieron constantemente las labores que Teresa Proenza desarrollaba desde 1959 como Agregada de Prensa, así como Cultural de la embajada de Cuba en México.

Su trayectoria militante y profesional le otorgaba los méritos suficientes para desempeñarse en esos puestos, amén de poseer un aura que la iluminaba, pues había sido la secretaria de Diego Rivera entre 1953 y 1957, lo que le generó prestigio debido a la gran cantidad de personas de ámbitos diversos con las que tejió una buena relación y una amplia red de contactos. Las semanas anteriores a aquel fin de año de 1963 para ella fueron tan vertiginosas como difíciles. Por el auricular escuchaba cómo las recriminaciones contra su persona subían de tono.

En un cable telefónico del 10 de diciembre la conminaron a presentarse inmediatamente en la isla. Algunos de los señalamientos que le hacían eran fundados, otros absurdos y desmedidos. Se cernieron sobre ella tres acusaciones claras y dos sospechas, que deben tenerse bien presentes y mantenerse separadas para no confundirse; asimismo es necesario distinguir de dónde provenían cada una de éstas.

La primera acusación era de sus compatriotas; ellos la señalaron porque le tocó recibir a Lee Harvey Oswald en la sede de la embajada de Cuba en la Ciudad de México un mes antes del magnicidio cometido contra el presidente del país vecino, lo cual está documentado. La segunda acusación provino de los mexicanos; ellos albergaban otra certeza distinta: descubrieron que Proenza era espía, o por lo menos estaban seguros que mezcló sus actividades diplomáticas con la reunión de información para entregarla a la entonces URSS y Cuba. De lo anterior se derivó la tercera acusación, pues el hecho de comprobarse que Proenza era una espía ponía a los servicios de inteligencia cubanos al descubierto y los exhibía actuando contra un país aliado.

Ahora bien, al calor de las denuncias sus connacionales también sospecharon si ella fue en realidad una agente doble y, en tal caso, si habría compartido información con E.U., por aquel entonces el enemigo acérrimo de su revolución, e incluso dudaban de su posible participación en el asesinato de Kennedy, todo lo cual era ya una clara desmesura. Con el paso de las semanas, los mexicanos empezaron a incubar...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR