Para los federales desaparecidos, desdén y olvido

AutorMarcela Turati

De pronto, la tortillera jubilada Margarita Santizo agarró valor para romper ese silencio que durante tres años la machaca por dentro y dijo: "Mi hijo Esteban Morales Santizo desapareció cuando tenía 28 años. Fue el 3 de diciembre de 2009 en Lázaro Cárdenas, Michoacán. Es policía federal; desapareció con dos compañeros".

Agarró valor para gritar su verdad porque vio cerca el fin de sexenio. Porque en sus idas a pedir noticias sobre su hijo encontró a otras madres con su misma angustia y se integró con ellas al Movimiento por la Paz. Porque se sacudió el miedo con el que la querían inmovilizar en la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) para que no denunciara. Y, sobre todo, por la instrucción que las familias de policías desaparecidos recibieron de la corporación para antes de que empezara el nuevo gobierno: "A sus familiares declárenlos muertos".

"Si los declaran muertos ya no los van a buscar". Ese es su temor, dijo llorando. "Yo pido que sigan buscando a mi hijo, si es que un día lo buscaron, y que no lo dejen olvidado, que no digan 'caso cerrado'... Porque para mí mi hijo no está muerto".

La historia de Margarita Santizo comparte rasgos con las del resto de los familiares de policías federales desaparecidos, familiares entrevistados por este semanario. Historias que se pierden en los nebulosos pasillos de la burocracia de la SSP, donde se niega información a las familias. En todos los casos las familias avisaron de la desaparición a la base policiaca antes de que la policía les avisara a ellas. Recibieron por explicación que los desaparecidos se "evadieron" del servicio y fueron tratados como traidores. Ante la insatisfacción por esa respuesta y el reclamo de que busquen a sus familiares, los mandos policiacos se vieron obligados a presentar las denuncias penales por desaparición.

Las familias tuvieron que armar su propio rompecabezas de hechos en un escenario donde los testigos parecen adoctrinados para mentir, donde impera el silencio institucional, donde la poca información que reciben es contradictoria.

Rumores entre pasillos

Los propios policías federales lo comentan. Un expolicía que se dio de baja por no aguantar la presión psicológica narró a Proceso: "Hay muchos levantados. En los operativos los matan y los comandantes no los dan por muertos. A sus familias ni les avisan. Me imagino que para no darles la pensión que da la secretaría".

Refirió que en el año 2009, en un operativo en Fresnillo, Zacatecas, desaparecieron de afuera del hotel donde se hospedaban dos compañeros de los que recuerda sus apellidos: "Cabanas" e "Ibáñez". "Encontramos después dos cuerpos incinerados y enseguida estaban sus identificaciones y talones de pagos...

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