Al filo del colapso

AutorRaúl Ochoa

El dramatismo del logro y el hecho de que fuera la primera y única presea obtenida por la delegación mexicana horas antes de caer el telón del evento marcó a Horacio para siempre. Desde entonces el pequeño se aficionó a la caminata, disciplina que ya practicaba esporádicamente con dos de sus hermanos.

Años después, la presencia de Mercenario en el podio olímpico resurgió como un relámpago en la memoria del adolescente, quien intentaba convertirse en uno de los referentes de la caminata del país. También tenía muy presente la imagen de otro andarín, Miguel Ángel Rodríguez, originario de su estado, Chihuahua, quien participó en la prueba de los 50 kilómetros en Barcelona 92 y entrenaba con los hermanos Nava.

Horacio decidió prepararse para los 50 kilómetros, la distancia más larga de la caminata, porque se trataba de la disciplina en la que Mercenario conquistó la presea tan anhelada por el pueblo mexicano. "Me dije: al igual que él también quiero representar a mi país, estar en unos Juegos Olímpicos y subirme al podio", recuerda.

Durante 13 años Nava practicó la agobiante prueba y los resultados llegaron de manera paulatina, desde categoría infantil, preparatoria y nivel superior. Cuando era adolescente destacó en otras disciplinas deportivas, como basquetbol, voleibol y el futbol, que dejó de lado para dedicarse plenamente a la caminata.

Todo marchaba sin contratiempos en la ascendente vida deportiva de Horacio hasta que en 2005, a los 21 años, le detectaron una enfermedad con-génita del corazón: el Síndrome de Wolf Parkinson White. Ese año representó a México en los Campeonatos Mundiales de Atletismo en la caminata de 50 kilómetros, en Finlandia, donde terminó en el noveno lugar.

Sin saberlo, durante años estuvo en riesgo de sufrir muerte súbita. El padecimiento se lo descubrieron durante un control médico realizado por la

Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Co-nade) como requisito para acceder a los beneficios del fideicomiso Compromiso Integral de México para sus Atletas (CIMA). "No sabía que sufría de ese mal e incluso el cardiólogo de la Conade me advirtió: 'ya no sirves para nada y además representas un serio riesgo tanto para ti como para la institución'".

La operación era necesaria y urgente. Los especialistas le explicaron que podría sufrir desde un desmayo hasta la muerte súbita y que el riesgo se incrementaba paulatinamente.

"Fue una situación difícil de digerir porque ya me habían retirado de la actividad deportiva...

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