Fin del sueño

AutorDenise Dresser

Porque los riesgos están por doquier, y no sólo se encuentran en los pronósticos de crecimiento económico a la baja para este año. Basta con ver cómo la Reserva Federal estadunidense aprieta las condiciones monetarias. O cómo la economía china se desacelera abruptamente. O cómo Europa enfrenta deflación. O cómo comienzan a crecer las burbujas en las bolsas, en los bonos soberanos, en la deuda corporativa, en las materias primas, en el crédito. Allí, los ingredientes para una crisis, para un estallido, para una situación peligrosa a nivel mundial que afectaría la estabilidad nacional. Allí, los retos que crecen en la medida en que la economía mexicana no lo hace.

Y ante la posibilidad de una recesión global, la tentación en la que el PRI ha caído recurrentemente. Sexenio tras sexenio. Decisiones equivocadas impulsadas por el incentivo perverso de incurrir en déficits públicos para estimular la economía. Irresponsabilidad en el manejo de las finanzas con el objetivo de comprar elecciones y paz social. Despilfarro en la utilización de los recursos provistos por la reforma petrolera. Prácticas priis-tas del pasado que podrían repetirse en el futuro. Un gobierno que gasta y gasta y gasta para perpetuar a su partido en el poder. Un gobierno que actúa conforme a imperativos políticos en lugar de encarar realidades económicas. Los desequilibrios y las vulnerabilidades de México, así como su inserción en una economía global inestable.

Resulta ser que todo lo ofrecido, prometido, negociado, acordado, no ha sido suficiente aún. Ni la reforma laboral. Ni la reforma educativa. Ni la reforma fiscal. Ni la reforma en telecomunicaciones. Ni la reforma energética. Todo aquello que iba -supuestamente- a transformar la economía, liberalizar el mercado de trabajo, mejorar la enseñanza, estimular el crédito, fortalecer las finanzas públicas, romper con los monopolios en telefonía y televisión, modernizar al sector energético a través de la inversión privada. Todo aquello que si se hacía bien iba a propulsar a México al Primer Mundo. A la prosperidad. Al grupo de países emergentes que crecen a tasas aceleradas. Al lugar que desde el sexenio de Carlos Salinas se nos dijo que la nación podría y debería llegar.

Pero como argumenta la revista Forbes, los últimos dos años han sido descorazo-nadores. En 2013 México cayó en un bache del cual no ha logrado salir. Pasó de crecer 3.9% en 2012 a sólo 1.1%. en 2013.

Pasó de situarse como una de las economías más dinámicas a...

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