Al fin, Cristina Ortega

AutorRaúl Díaz

Con una carrera impresionante que abarca prácticamente todos los géneros y modalidades de la música vocal, desde la canción ranchera y el bolero hasta el lied y la ópera, pasando por la opereta, zarzuela, comedia musical, tango, madrigales y cuanto Dios dé a entender, Cristina Ortega dejó una estela que ninguna otra de nuestras muy buenas cantantes, en cualquiera de los géneros, ha podido igualar. Es que su formación académica y experiencia profesional fue por demás singular, distinta y multifacética, implicando más de una disciplina artística.

En principio hay que decir que ella se inició como intérprete en la danza, su pasión de niña-adolescente era el ballet y, en consecuencia, empezó a formarse como ballerina. Al mismo tiempo fue alumna distinguida de la Academia Andrés Soler en la que se formó como actriz. Un desafortunado accidente la obligó a separarse de la danza, en la cual también se instruía en el flamenco, y para fortuna de los amantes de la buena emisión de la música vocal, Cristina Ortega desembocó en el canto.

Sin embargo, pese a que fue en el Teatro Lírico en donde dejó la mayor constancia de sus grandes cualidades y capacidad creativa, no se inició en la ópera sino en la canción popular, haciendo sus primeras apariciones ya significativas como solista de la Orquesta Típica de la Ciudad de México en la que, bajo la dirección del gran maestro Tata Nacho, compartió créditos con uno de los más destacados íconos de la canción popular, Lola Beltrán, Lola la grande.

Sólo...

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