"La flauta mágica según Papageno"

AutorRaúl Díaz

Partiendo de su nombre, una flauta mágica que (claro) produce efectos mágicos, hadas buenas, una terrorífica bruja negra, la Reina de la noche, un par de príncipes enamorados, ella y él, un sumo sacerdote encarnación de la sabiduría, un dragón que respondiendo a su condición arroja fuego por la boca, y hasta un simpatiquísimo y simple hombre-pájaro: Papageno, cuya mayor aspiración es tener una linda Papagena, buen vino y buen mangiar. Metidos todos estos elementos y algunos más en la extraordinaria licuadora musical de Mozart, el producto es una obra maravillosa.

Si esto es así con toda la ópera completa, imagínese usted lo divertida que, si está bien hecha como es el caso que nos ocupa, es una versión abreviada de no más de una hora de duración en la que los elementos y pasajes esenciales se mantienen. Es decir, para nada se desvirtúa la esencia de la obra y menos se le convierte en una chabacanería.

Esa versión abreviada es la que recibe el nombre de La flauta mágica según Papageno que (obvio) coloca a Papageno como eje central para la narración y desarrollo de la ópera. Es entonces el simplón pero todo corazón Papageno (una especie de Sancho de alguna manera) quien nos va conduciendo por los intrincados caminos que llevarán al príncipe Tamino hacia la toma de conciencia; es decir, la luz de la que la masonería nos habla y de la cual Mozart era practicante. Pero esto no de forma solemne o doctoral, sino divertida, con la participación básicamente infantil pero también de varios adultos que se sumergen en el juego y aúnan sus voces para advertir sobre el dragón, indicar por dónde salió equis personaje, etc. Lo típico en una función de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR