El Frente Ciudadano por México

AutorJavier Sicilia

Mary Shelley, la esposa del poeta romántico Percy Byshee Shelley, concibió otro que, compuesto no de seres, sino de partes de cadáveres, auguraba las destrucciones de la modernidad: Frankenstein. Fabricado mediante un minucioso saqueo de tumbas, el monstruo de Shelley carece de nombre -el que lleva es el de su creador. Al igual que no hay manera de sumar diferencias, no hay palabra que pueda definir su monstruosidad. Frankenstein es así, en la suma de sus partes disímbolas, la expresión de la alienación, de la ausencia de identidad humana y de sentido de la existencia.

Si en México algo se parece al monstruo de Shelley es el Frente Ciudadano por México. Semejante a Frankenstein, el Frente es la suma de varias partes de los cadáveres de las partidocracias, una suma cuyas diferencias hacen imposible un resultado que no sea tan monstruoso como su falsedad. En este sentido, esa cosa sin identidad que usurpa el nombre de un sueño nacional imposible, no es en realidad un Frente, tampoco es Ciudadano y ni siquiera es por México.

¿Qué tienen que ver esos despojos de las partidocracias enfrentadas entre sí -pienso, para nombrar sólo a los conocidos, en Ricardo Anaya, Alejandra Barrales, Dante Delgado, Silvano Aureoles, Graco

Ramírez y Moreno Valle- con los ciudadanos o con un frente político, cuyo sentido sólo puede surgir de gente con ideas afines para gobernar un país? ¿Qué intereses por México han demostrado a lo largo de sus gestiones, que no sea una historia al servicio de sí mismos, del uso abusivo del poder, de la utilización de los bienes públicos para negocios privados y de las redes de corrupción e impunidad que tienen sumida a la ciudadanía en la violencia, el miedo y la miseria?

Ese Frente es en realidad una deformidad que muestra la alienación y la ausencia de identidad y de sentido político del país. Es, para nombrarlo con las palabras que Mary Shelley utilizó para definir al monstruo de su novela, un engendro diabólico, una presencia miserable, una desgracia; en síntesis, una desproporción producida por mentes intoxicadas que, semejantes a las del Doctor Frankenstein, han pretendido engendrar un nuevo cuerpo político con fragmentos de cadáveres tan disímiles como corrompidos.

Al igual que sumar diferencias sólo puede dar un resultado aberrado y sin significado, armar un cuerpo político con fragmentos que pertenecen a cuerpos distintos de cadáveres sólo puede producir un Frankenstein político, una atrocidad mucho más terrible que el...

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