La funesta herencia de Graco Ramírez

AutorJaime Luis Brito

JOJUTLA, MOR.- Un año después del sismo, el panorama sigue siendo desolador para los morelenses: la reconstrucción ha sido un fiasco, pues ha habido favoritismo en la entrega de viviendas. Hoy, innumerables familias pernoctan en las calles y en medio de los escombros, según observó el reportero en un recorrido por los municipios de Tetela del Volcán, Tepalcingo y Jojutla.

En este último, numerosas escuelas siguen maltrechas, como la primaria Juan Jacobo Rousseau, lo que obliga a los niños a tomar clases en el auditorio municipal de la comunidad de Panchimalco. Las autoridades arguyen que los trabajos no concluyen por falta de recursos.

Días después del sacudimiento telúrico comenzó la rapiña. El gobernador Graco Ramírez y su esposa, Elena Cepeda, intentaron acaparar en bodegas las despensas que otros ciudadanos y organizaciones solidarias enviaron a Morelos. Una nueva movilización de morelenses indignados lo impidió: rescató la ayuda humanitaria y acudió a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) para que la institución la distribuyera entre los afectados.

Desde el principio, como en 1985, la sociedad civil salió a las calles ante el pasmo de las autoridades. Fueron los ciudadanos de a pie los que comenzaron a remover los escombros y auxiliar a los damnificados, aun los que perdieron algún familiar o sus pertenencias

De las 41 escuelas demolidas, sólo una ha sido entregada por las autoridades: la primaria Tlahuilli, en el municipio de Axo-chiapan, al sureste de la entidad, según información consultada en el sitio web del Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (Inifed).

Las demás se encuentran en proceso de rehabilitación o incluso de demolición; hay algunas aún en obra negra que ya han sido ocupadas por sus estudiantes. En el poblado de Xoxocotla, 412 alumnos reciben sus lecciones desde diciembre último en un "salón de fiestas" rentado donde la mitad del piso es de tierra. Ahí, en condiciones higiénicas precarias, en medio de las lluvias, concluyeron su ciclo escolar.

Y al iniciarse el actual ciclo, cuando los padres de familia llevaron a sus hijos al plantel, observaron que éste carecía de barda perimetral. Las aulas eran insuficientes, faltaban pupitres y bancos; tampoco había luz ni agua, pues la cisterna no funcionaba, comenta uno de los entrevistados.

La mayor parte de las 52 escuelas con daño severo o moderado se encuentran en Cuernavaca; de ellas sólo cinco fueron reparadas al ciento por ciento; en...

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