El futuro de Morena

AutorJohn M. Ackerman

En apenas cuatro años, Morena logró contagiar al país entero con su visión de un México más pacífico, justo y democrático. A partir de 2018, este nuevo partido ciudadano no solamente controlará la Presidencia de la República, sino también ambas cámaras federales y la mayoría de los congresos locales. De manera paralela, el financiamiento público para Morena se cuadruplicará durante el próximo año, llegando a la impresionante suma de casi mil 600 millones de pesos.

Como un adolescente que de pronto ve crecer su cuerpo y cambiar su voz, este instituto político debe madurar rápidamente para poder asumir de manera eficaz sus nuevas responsabilidades.

En primer lugar, Morena debe evitar ser capturado por los oportunistas.

Ya se han acercado muchas figuras de dudosa reputación. Pero el río de chapulines que empezó a fluir durante el proceso electoral ahora se convertirá en una verdadera avalancha de buscachambas.

Todos los políticos que no logren colarse como funcionarios o asesores en los nuevos gobiernos de Morena buscarán refugiarse en el partido en preparación para saltar en masa, como en los viejos tiempos del partido-Estado priista, hacia los cargos públicos.

Es de vital importancia que Morena evite convertirse en “la banca” de los gobiernos emanados de este partido. Su objetivo debe ser transformarse en un espacio de auténtica participación, debate y concientización ciudadana.

Los estatutos de Morena serán un gran aliado en este proceso. Por ejemplo, el artículo 68 de este documento básico indica que los recursos públicos otorgados al partido “deberán ser utilizados exclusivamente en apoyo a la realización del programa y plan de acción de Morena, preferentemente en actividades de organización, concientización y formación política de sus integrantes.” Y el artículo 70 señala que los dirigentes de Morena no tienen derecho a salario alguno, sino que solamente cuentan con apoyos económicos puntuales para la realización de sus tareas que no pueden exceder la cantidad de treinta salarios mínimos.

En suma, fungir como dirigente de Morena no debe ser entendido como un “cargo” desde donde uno puede repartir favores y chambas, sino una responsabilidad ciudadana de servir a la causa de la cuarta transformación de la República.

Un segundo reto del partido es garantizar una auténtica participación democrática entre sus miembros y militantes.

Desde el preámbulo de su estatuto, el partido se pronuncia a favor del “auténtico ejercicio de la democracia, el...

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