Game of thrones: un fenómeno global

En el 2011, cuando Game of Thrones llegó a la pantalla chica, el New York Times no le dedicó una crítica tan halagadora.

"(La serie) nos ofrece mucha confusión en el nombre de una idea que no es más grande o relevante que la vaga noción de que las guerras son feas, las familias son maliciosas y el poder es sexy", escribió la crítica Ginia Bellafante.

Ocho años después, Game of Thrones es el programa al que la revista Time nombró "el show más popular del mundo", tiene su nombre inscrito en más de 35 Emmys y ha roto récords de audiencia para la cadena HBO.

¿Cómo se llegó a este punto?

"Muy probablemente todos los productores se han de estar haciendo la misma pregunta: ¿cuál es la fórmula mágica para que un producto audiovisual, ya sea de televisión o cine, se vuelva popular en todo el planeta?", señala Cristina Cervantes, profesora de Comunicación del Tecnológico de Monterrey.

Hoy, día del estreno de la última temporada de esta serie sobre traiciones, batallas épicas, y dragones, la especialista, junto con Alfonso Guevara, catedrático de cine en la UDEM, exploran las razones que vuelven a Game of Thrones un show irresistible.

  1. LA PRODUCCIÓN

    Desde Winterfell hasta King's Landing y Meereen, el mundo de Game of Thrones es visualmente impresionante y rico en detalle, señala Guevara.

    Para dimensionar el tamaño de la producción de esta serie, el catedrático invita a realizar un ejercicio mental.

    Piense, dice el maestro, en las semanas que dura el rodaje de una secuencia tan compleja como lo es una batalla, donde el director dedica tiempo a filmar una y otra vez cada una de las reacciones y acciones de todos los personajes, desde sus expresiones faciales hasta el movimiento de sus manos y las coreografías de los duelos de espada en sí.

    Cientos de personas, desde actores hasta productores, extras, vestuaristas, camarógrafos, peinadores y especialistas en iluminación -por mencionar algunos puestos- se coordinan para crear una secuencia bien hilada y épica.

    Y es que, agrega, todo se reduce a que el producto tenga coherencia para el espectador, de forma que éste se pueda sumergir fácilmente en la historia.

    "Contar un relato es como crear oraciones: hay una sintaxis, un orden y el que todo esté bien hecho ayuda a no rompernos esta ilusión de que la magia y la fantasía existen al momento de ver el programa".

    En pocas palabras, dice, es la buena producción lo que permite que la audiencia crea que el mundo descrito en los libros de George R.R. Martin es...

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