Ganarle al rival, a Estados Unidos y a México

AutorBeatriz Pereyra

Al lanzador mexicano Sergio Romo le tocó abrir el juego de aquel viernes de primavera, privilegio reservado para el mejor pítcher de la rotación de los Leones de la Universidad del Norte de Alabama. La temporada 2004 estaba expirando. Romo subió a la loma consciente de que necesitaba siete ponches para empatar el récord de todos los tiempos de la escuela.

Cuando cayó el segundo out de la cuarta entrada, el anunciador del estadio avisó que el mexicano ya había empatado la marca. Con el siguiente ponche, Romo tendría un lugar en la historia. En todos los juegos que había iniciado aquella campaña no había lanzado menos de siete entradas. Durante unos instantes, el pítcher de 21 años fantaseó con la idea de seguir ponchando y elevar el listón a alturas difíciles de alcanzar.

Pero el grito del mcmager del equipo lo volvió a la realidad. Pidió tiempo fuera y se encaminó hacia el montículo. A Romo se le borró la sonrisa cuando escuchó "dame la bola". El mexicano miró a sus compañeros de cuadro que lo rodeaban. Todos con la cabeza gacha. "Ningún mexicano va a romper ningún record en mi equipo porque no lo merece", le dijo al tiempo que le extendió la mano derecha para esperar la pelota.

"Volteó al dugout, llamó a un pítcher y sin calentar lo metió. Le aventé la bola por encima de la cabeza y me fui. Él me faltó al respeto. Se fue derechito a donde yo estaba y trató de pegarme. Si mis compañeros no me defienden, ahí mismo nos hubiéramos peleado", relata el pelotero.

Romo es un pítcher derecho mexico-estadunidense que jugó ocho temporadas con los Gigantes de San Francisco, el equipo que ganó la Serie Mundial en 2010,2012 y 2014. Tiene tres anillos de campeón en las Grandes Ligas, hazaña que ningún otro mexicano ha conseguido.

En el segundo título fue el factor clave del triunfo con los tres salvamentos que obtuvo ante los Tigres de Detroit. En el cuarto y definitivo juego, Romo retiró en orden la novena entrada, con tres ponches; el último, al cañonero venezolano Miguel Cabrera. En esa Serie Mundial lanzó tres entradas perfectas, con cinco jugadores ponchados.

Ese éxito deportivo le permitió que, por primera vez, fuera llamado a la Selección mexicana. En el Clásico Mundial de Béisbol 2013, Romo vistió la camiseta verde de México. Cumplió un sueño anhelado: ser considerado mexicano, igual que cualquier otro; representar al país en el que nacieron sus padres y sus abuelos antes de migrar a California para trabajar en los campos de lechugas en la década de los sesenta.

Amorfo con el diamante

Evaristo Romo, abuelo de Sergio, nació en Jalostotitlán, municipio de la región Altos Sur, de Jalisco. Ahí se casó con Francisca, quien era de Ameca, de la región Valles.

Evaristo nació con estampa de pelotero. Era un pítcher nato que en los campos de tierra tiraba un siriker venenoso. Los Diablos Rojos del México descubrieron su talento y quisieron firmarlo. Pero su padre se rehusó. La advertencia fue simple: en...

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