García Linera y su formación intelectual en México

AutorArmando Ponce

Ávido lector desde su adolescencia, Álvaro García Linera pudo completar buena parte de su formación intelectual gracias a la apertura cultural en México, cuando vino a estudiar matemáticas a la Facultad de Ciencias de la UNAM, y donde también abonó a su formación política el encuentro con sus compañeros centroamericanos del exilio.

Venía desde su natal Cochabamba (1962) a la máxima casa de estudios mexicana, gracias a una tía que radicaba aquí, pues en Bolivia no existía esa carrera. A su regreso se ligó a los movimientos campesinos, fue encarcelado durante cinco años y desarrolló una fusión que ligó el pensamiento de izquierda a la identidad indígena, dado que su país posee un alto porcentaje de población originaria. Luego habría de formar parte del gobierno de Evo Morales, a quien a todos llama hermanos. Y García Linera ha sido el más cercano de sus hermanos.

Hace cuatro años, en octubre de 2015, regresó a la UNAM para hablar en público en el Instituto de Investigaciones Antropológicas, de una antología de sus escritos y trabajos antropológicos hecha por Álvaro Zárate, Hacia el Gran Ayllu Universal (coedición Universidad ARCIS y Altepetl Editores). Ahí el sociólogo Armando Bartra a cargo de la presentación, "Los que rein-ventaron la revolución", dijo:

"El marxismo indianista de García Linera vincula creativamente nuestras raíces con el pensamiento revolucionario occidental, aproximándose en esto al peruano José Carlos Mariátegui, que desde los años veinte del pasado siglo propugnaba por un socialismo indiano. Por ello Mariátegui fue acusado tanto de europeizante como de peruanista. Y también lo ha sido el Vicepresidente de Bolivia, quien sin embargo considera que apropiarse críticamente del pensamiento occidental sirve para robustecer la propia identidad. Idea de la que los textos de la presente antología son un espléndido ejemplo.

"Termino reiterando una fórmula de Mariátegui que, como García Linera, yo también hago mía:

Por caminos universales, ecuménicos, nos vamos acercando cada vez más a nosotros mismos."

Posteriormente, García Linera sostuvo una larga conversación con Proceso, en la cual narró cómo fue construyendo esa poco común simbiosis de un alto dirigente político latinoamericano entre su vida intelectual y su participación como gobernante.

Del texto, resumido, se han omitido las preguntas. Su relato comienza con la memoria del país latinoamericano que más golpes de Estado tuvo en el siglo XX, como México los padeció en el XIX.

Pertenezco a una generación que crece en dictadura. Me acuerdo, cuando estaba en el colegio, de los golpes de Estado. Ya era una rutina, oír la radio, la marcha militar, y entonces inmediatamente comprar la mayor cantidad de pan que se pueda, colocar las frazadas... no, los colchones en las ventanas, para que no entren las balas, dormir en el piso, hasta saber quién es el nuevo presidente, porque había golpe y golpe.

Y había fiesta entre los estudiantes, pues cuando había golpe de Estado entre los meses de junio y julio, se suspendían las clases y uno pasaba automáticamente al siguiente año. Y había fiesta porque ya tenía más vacaciones. Uno crece con eso desde los seis años, siete años, ocho años, o los desfiles. El desfile cívico era en el primero básico, desde los seis años. Y se sabía que iba a haber problemas, todo siempre lleno de militares, en los techos, en los árboles. Está el presidente lejos. Se grita "¡vienen los universitarios!" y todo el mundo comienza a apartarse. Y la madre con los cuatro hijos corriendo a buscar periódico para quemar y que el humo nos ayude a disolver el efecto del gas lacrimógeno.

Como boliviano desde que tengo memoria, está la imagen de conflicto, de los militares. A esa edad no entendía bien lo que era, pensé que era lo normal. Y cuando tengo diez años, el secreto era a voces, se transmitía. Y yo no entendía de qué hablaban, pero el temor en los ojos, oír que en la noche alguien va a recoger a un familiar, que lo mandan a la cárcel o los militares lo han hecho desaparecer. Uno termina cargando temor en el cuerpo, en la transpiración de las personas cuando cuentan esto. Ya adolescente, doce, trece años, en los tiempos en que hay golpe y hay elecciones, hay otro golpe y hay elecciones, me toca un despertar de la izquierda. Partido Socialista Uno (PS-1), el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria); guerrilla, el ELN (Ejército de Liberación Nacional) con memoria guevarista, y el MNRI, que es un ala izquierda. Y esa politización llega a los colegios. Algún profesor te muestra algún libro de lo que está pasando en...

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