Los "gates", tan temidos como los sicarios

AutorGloria Leticia Díaz

PIEDRAS NEGRAS, COAH.- Detenciones arbitrarias, extorsión, torturas, fabricación de delitos y desapariciones forzadas son algunas de las acusaciones que los ciudadanos de esta ciudad fronteriza lanzan contra los integrantes de Fuerza Coahuila, corporación antes conocida como Grupo de Armas Tácticas y Especiales (GATE, creada en 2011 por el gobierno de Rubén Moreira), que a su vez sustituyó al Grupo Élite, fundado por Humberto Moreira.

Con la condición de resguardar su identidad, sobrevivientes de los “gates” narran sus experiencias y la manera en que la acción decidida de madres de las víctimas les salvaron la vida.

El 14 de febrero de 2015, antes de iniciar una celebración religiosa, aproximadamente ocho gates vestidos de negro, encapuchados y con armas de alto poder irrumpieron a las ocho de la mañana preguntando por “Pancho”. Al no haber respuesta se llevaron a J. entre los gritos de su madre, su esposa y de los feligreses que intentaron detener el arresto, pero fueron golpeados y encañonados por los agentes.

J. fue esposado y golpeado en la camioneta mientras era trasladado a un paraje cercano al río Bravo, donde le colocaron una bolsa negra en la cabeza. Sin dejar de golpearlo le preguntaban por “las armas, la droga y dónde estaba Pancho”. La tortura se prolongó por varias horas. J., que entonces tenía 17 años, se desmayaba y era despertado a patadas.

Sin poder dar respuesta a los cuestionamientos, J. fue subido a la camioneta. En el trayecto los gates “levantaron a otros dos” y los llevaron a una zona despoblada, donde aún esposado fue obligado a cavar una fosa. “Cuando ya había escarbado como un metro y medio me dijeron: ‘Ni reces porque ahorita vas a estar con diosito’. Me acostaron, me echaron tierra, después me dijeron que estirara las manos y me sacaron; dos veces hicieron eso conmigo.”

Momentos después llegaron más camionetas de la corporación. Los gates llevaban otro detenido a quien, al igual que a los otros dos, torturaban. Horas después, J. escuchó que por radio les ordenaron a los agentes regresar al cuartel.

“De los cuatro, sólo llegamos dos al cuartel de los gates, nos tomaron fotos y nos dijeron que teníamos que decir que nos agarraron juntos con una bolsa de ocho kilos de mariguana. Nos tomaron fotos, los nombres de nuestras familias, dónde trabajábamos, y dijeron que si decíamos algo de lo que nos había pasado, nos iban a matar con nuestras familias”, agrega.

Cuando llegaron a la agencia del Ministerio Público...

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