El gigante quiere dominar el balón

AutorAdrián Foncillas

BEIJING.- Joseph Blatter, anterior presidente de la FIFA, dijo en 2004 que el fútbol no fue inventado en Inglaterra, como siempre se había difundido, sino en China. Ocurrió, dijo, en el siglo III a.C, en la ciudad de Zibo (provincia costera de Shandong). En su origen, ese deporte consistía en patear hasta una red una pelota de cuero rellena de plumas. Quedó claro, entonces, que el cuju es el precursor más antiguo del fútbol actual. También quedó claro que, en más de 2 mil años, los chinos no han logrado dominar el balompié.

China ocupará la cúspide económica mundial en una década y en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 encabezó el medallero, un fiable termómetro geopolítico desde los tiempos de la Guerra Fría.Sólo el fútbol ignora su auge. Ocupa el puesto 81 del ranking de la FIFA, entre Chipre y Jordania, naciones que suman 8 millones de habitantes. China tiene mil 300 millones, y entre ellos no hay 11 varones que jueguen fútbol de primer nivel.

Su selección ha sido una fuente de humillaciones para los aficionados, y los escándalos de la Súper Liga de Fútbol (SLF, el campeonato nacional) la han vinculado más a la sección de sucesos que a la de deportes.

El presidente chino, Xi Jinping, futbolero desde la infancia, se ha propuesto que China organice y gane un Mundial, y así ha elevado al fútbol a una cuestión de Estado. Eso explica las noticias sobre compras de equipos europeos de rancio abolengo o la firma de jugadores y entrenadores foráneos por sumas exorbitantes. China saca su chequera sin fondo para adquirir el talento y los conocimientos del exterior, con la pretensión de subir el nivel local.

Un ejemplo es la contratación del técnico italiano Marcello Lippi para entrenar al combinado patrio. Lippi, que había anunciado su retiro, recuperará su ropa deportiva a sus 68 años a cambio de un contrato que le permitirá ganar 54 millones de dólares. Su misión: clasificar a China para el Mundial de Rusia. Su salario cuadruplica el del inglés Roy Hodgson, hasta entonces el entrenador nacional mejor pagado del mundo.

Su palmares explica el sueldo: un campeonato del mundo, cinco scudettos (títulos del torneo italiano) y tres ligas chinas, entre otros logros. Ocurre que Lippi no entrenará a rutilantes estrellas, sino a jugadores que pierden contra países que muchos no sabrían ubicar en un mapa.

También el riesgo justifica el salario: el equipo chino puede estrangular el prestigio de cualquier entrenador. El español José Antonio Camacho fue despedido en 2013 después de perder en casa...

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