Un gobierno de frágiles apoyos

AutorAlejandro Gutiérrez

MADRID.- España estrenó la semana pasada su primer gobierno de coalición basado en el pacto entre el socialista Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, el dirigente de Unidas Podemos -surgido del espíritu de regeneración política del movimiento de los indignados- que irrumpió hace cinco años.

No obstante, esta autodenominada "coalición progresista" enfrenta enormes retos por la debilidad de sus apoyos, de los cuales quizá los de mayor calado sean alejar el conflicto catalán de la vía judicial para encararlo a través del diálogo, la discusión política y el acuerdo, así como sacar adelante unos nuevos presupuestos.

Enfrente tiene a un exaltado bloque de la derecha y de la ultraderecha, formada por el Partido Popular (PP), Vox y Ciudadanos (C's), que ya anunció que no darán tregua al nuevo gobierno, al que buscan desbarrancar, a pesar de ser un Ejecutivo legítimo y con todo el respaldo constitucional.

Sánchez revalidó así su mandato al que llegó luego de sacar avante la moción de censura contra Mariano Rajoy por los escándalos de corrupción que aquejan al PP, pero esa fragilidad de los apoyos de su gobierno no garantiza la estabilidad tras el largo periodo de parálisis que ha marcado la vida política española.

La "coalición progresista" suma no sólo al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y a Unidas Podemos, sino a otras fuerzas políticas minoritarias que le dieron los 167 votos para alcanzar la mayoría simple. A esta suma ayudó la abstención acordada con los 18 diputados del partido independentista Esquerra Republicana de Catalunya y los vascos de EH Bildu.

Sólo dos votos por encima de los 165 de una extraña coalición de partidos que votaron en contra. En esa singular amalgama estuvieron además del bloque de la derecha, otras fuerzas como Junts per Cat, el partido a favor de la independencia de Cataluña, y otras formaciones regionalistas.

Ignacio Escolar, director de Eldiario.es, adelantó en su columna del 31 de diciembre pasado lo que llamó "lawfare contra el nuevo gobierno", la guerra jurídica contra el nuevo Ejecutivo, teniendo como arma los tribunales. Consiste, explicó, en "ju-dicializar la vida política para paralizar al gobierno. Es un intento de ganar en los tribunales lo que no se logró en las urnas".

Muy similar a la conspiración judicial contra Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, explicó, "la ambición programática del nuevo gobierno es directamente proporcional a la virulencia de los enemigos declarados en su contra". Los planes de gobierno van a tener enfrente una "coalición de poderes económicos, políticos y mediáticos que están hoy muy incómodos ante estas nuevas reformas".

Las invectivas de la derecha

En su intervención en la sesión de investidura en el Congreso de los Diputados, el líder del PP, Pablo Casado, utilizando su tono más radical, no sólo llamó a Sánchez "felón", "sociópata", "presidentefake" -por apoyarse en "comunistas" y "terroristas" para lograr la...

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