Graciela de la Torre: En Chapultepec nadie sabe nada

AutorJudith Amador Tello

En marzo pasado, Graciela de la Torre asumió la dirección de la naciente cátedra internacional Inés Amor en Gestión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), un espacio para la reflexión de los impactos de la contingencia en la cultura y el debate de propuestas, estrategias y nuevos modelos para salir de la crisis derivada de ella.

A partir de lo que se ha expuesto en los diversos foros de la cátedra y de su experiencia al frente de instituciones, como los museos Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) -del cual fue creadora-, el Nacional de Arte (Munal) y Nacional de San Carlos, entre otras, ofrece su visión sobre la política cultural del gobierno de la autonombrada Cuarta Transformación. A su entender, no se está transformando la cultura ni hay una cultura transformadora. Ni siquiera se cuenta con los diagnósticos que sustenten acciones como la desaparición a tabla rasa de los fideicomisos de ciencia y cultura, o el Proyecto Chapultepec -al cual considera la antítesis de la cogobernanza-, no se alienta la filantropía ni la participación social, sino el clientelismo y la discrecionalidad en los apoyos.

En entrevista telefónica con Proceso, pone acento en el Proyecto Chapultepec: Naturaleza y Cultura, encabezado por el artista Gabriel Orozco, y señala dos aspectos preocupantes: la creación de la Bodega Nacional y la falta de una proyección financiera, pues si la hay no la han dado a conocer. De hecho, ella solicitó datos a través del área de Transparencia de la Secretaría de Cultura, pero la respuesta ha sido evasiva.

"Estos dos asuntos me preocupan enormemente: la bodega concentradora puede significar una pérdida, un acto criminal, es peligrosísimo en un país como el nuestro. Y no saber cuánto va a costar, cuál es el techo financiero de la puesta en marcha, el mantenimiento, la operación de todo el sector cultural que está en este proyecto. Además de que, como digo, es la antítesis de lo que la cogobernanza exige en la actualidad y de cómo no debe ejercerse el poder."

En los tiempos actuales, dice, ya no caben los modelos autoritarios, e imponer el Proyecto Chapultepec es, en su opinión, un acto de "prepotencia, de exclusión, por no decir discriminación, donde se subordinan la voz y los deseos del sector cultural a unas decisiones jerárquicas de poder y se nos está imponiendo un modelo centralista de cultura".

Añade que se está invisibilizando a la comunidad cultural, no se le escucha, no hay diálogo y, por lo tanto, no hay consenso, cuando deberían ser decisiones participativas.

Una muestra, se ha repetido, es el Pabellón Contemporáneo de Arte, criticado por considerarse una propuesta "unipersonal" de Orozco e innecesaria, pues -según sus cifras- ya hay alrededor de 40 espacios dedicados al arte contemporáneo en el país, y por lo menos la mitad están en la Ciudad de México. Además, va en detrimento de los presupuestos para los museos del país. El artista ha declarado que sería como el conocido Palais de Tokio, de París, Francia.

Pero no, asienta De la Torre, y cuenta que ese proyecto fue un proceso de creación "ejemplar". Cita un libro, editado por el propio museo, donde se rememora la colaboración de diseñadores, curadores, arquitectos y otros profesionales para evitar precisamente que "fuese producto de un dogma", el planteamiento de una teoría que no fuera resultado de encuentros y no resolviera preguntas y problemas específicos.

Le parece, pues, inaudito que no se tenga hasta este momento un...

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