Grillotina / El catarrito y la kermés

Para referirse a la crisis que ya nos pegó, aunque oficialmente nos digan que llegará hasta el año próximo para que la confundamos con la cuesta de enero, el Gobierno ha dejado de usar la metáfora del catarrito.

O sea aquello que dijo don Agustín Carstens de que mientras los gringos padecen pulmonía, nosotros solo un resfriado. Puede que así sea en el caso de Carstens, porque con su constitución física los microbios y virus pueden darse un banquetazo y él ni se entera. Pero al resto de los mexicanos el "catarrito" ya nos tiene peor que a "La Dama de las Camelias", aquella mujer galante francesa, personaje de Dumas, que murió de tuberculosis, sin que le regalaran un teatro, lo que aquí sí ha ocurrido.

El caso es que en los últimos días dejó de hablarse del "catarrito", pero como este Gobierno no puede vivir sin metáforas, el Presidente Calderón ha lanzado la de la kermés. Que para enfrentar la crisis, los gobiernos- alusión clara al yanqui-, no deben recurrir al proteccionismo de sus mercados, pues estarían incurriendo en el mismo error de su partido, el PAN: cuando eran pobres, dijo don Felipe, organizaban kermeses para allegarse fondos.

Pero ocurría que a esos eventos solo asistían panistas que vendían el mole a otros panistas, quienes a su vez vendían refrescos a los mismos panistas que expendían el mole. Con pésimo resultado porque, aparte del fracaso económico, si se la pasaban comiendo mole y tomando refrescos, a los azules solo les daban ganas de dormir la siesta y eso explicaría por qué tardaron tantos años en llegar al poder.

Y ha de haber sido el puro mole, sin el acompañamiento de frijoles, porque se la pasaban nomás echándoles trompetillas a los gobiernos priistas. Hasta que llegó Fox y sí les armó un buen....ustedes entienden.

Mientras esperamos sentados a que los primos del norte hagan caso a la sugerencia del Presidente Calderón, tratemos de imaginar como eran aquellas kermeses de los panistas en los tiempos de la cólera antiPRI.

Don Luis H. Álvarez traería carne de Chihuahua para asar, pero solo podrían comprarla riquillos colados a la kermés Maquío Clouthier o el joven Lorenzo Servitje, mientras a Calderón y a Francisco Gómez Mont se les hacía agua la boca.

El mole probablemente lo prepararía la señorita Ana Teresa Aranda, ahora eterna...

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