En las Grutas de Cacahuamilpa

AutorRaúl Díaz

El festival no excluye sin embargo otras disciplinas como la danza y la música, ocupando ésta espacio preponderante, tanto que la clausura oficial se hizo con un concierto de la Orquesta Filarmónica de Acapulco (OFA) bajo la dirección de su titular Eduardo Álvarez, y que este año tuvo como invitado de lujo al flautista Horacio Franco

En las cavernas milenarias en donde las estalactitas y estalagmitas adoptan las más inima-ginadas formas y las sombras semejan gigantescos monstruos y fantasmas, a no menos de un kilómetro de profundidad en donde la naturaleza creó un amplio espacio plano, se alza (es un decir porque en realidad se trata de una plataforma de no más de 10 centímetros de altitud) una plancha de cemento en la que la orquesta se coloca. Al frente se han instalado butacas fijas y pasillos, y luces en los techos y paredes húmedas y luminosas, y aquello es, pues, un teatro que no tiene parangón en donde la misma música suena y se siente diferente.

Allí, en medio de la nada y en el cual la humedad cala, fue donde el remanso de paz donde Johann Sebastian Bach -el hombre que escribía música para agradarle a Dios- adquirió una dimensión distinta y sus cantatas rompieron toneladas de roca y remontaron su alabanza al infinito. Y así también otro creyente, El cura rojo Antonio Vivaldi; y el eternamente joven Gioachino Rossini, y el romántico eternamente atormentado Peter Ilich Tchaikovski fueron los magnos...

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