Las guerras silenciosas del Sahel

AutorIrene Savio

NIAMEY.- Desde lo alto de los hoteles del centro de Niamey, la capital de Níger, se ve la ciudad con su flaco río como si fuera un Nacimiento. Allí abajo, sin agua potable y cortes de electricidad constantes, aplastada por un calor sofocante, la gente pasea indiferente entre soldados armados con ametralladoras y policías que simulan puestos de control. "Mejor no ponerlos nerviosos. Esto es el Sahel, tierra de miseria e inseguridad", dice el taxista Hamidai, con mirada entristecida.

En su oficina en el centro de la ciudad, Mouslim Sini Mohamed también se debate entre la rabia y la resignación.

Rabia porque su país, Níger, rico en recursos minerales, es uno de los más pobres en el mundo, ahora también víctima de los devastadores efectos de la crisis climática. Y resignación por la peligrosidad de sus vecinos. "De los 5 mil 800 kilómetros de fronteras del país -dice este operador humanitario de la ONG World Vision, con el dedo sobre el mapa- sólo 200 no suponen un riesgo: los del confín con el diminuto estado de Benín".

En el norte, Níger padece la amenaza de un guerra total en Libia, país que antaño era considerado una especie de El Dorado económico de África. En el sur y sureste, en las fronteras con Nigeria y Chad, persiste la violencia de las bandas del grupo yihadista Boko Haram, que ha infectado desde tiempo el lago Chad y en los últimos cuatro años, también la región nigerina de Diffa.

Allí ya hay 104 mil desplazados registrados por el gobierno y en los primeros meses del año la lucha se ha recrudecido. Sólo en marzo fueron asesinadas 90 personas, según registró la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. Y en abril se produjo un ataque kamika-ze contra soldados nigerinos, mientras un combe-bomba estalló contra un centro de Médicos Sin Fronteras en la comuna Maine-Soroa, fronteriza con Nigeria. Como resultado se produjo en Diffa lo que los organismos humanitarios llaman de "secon-dary movement", es decir el desplazamiento de casi 20 mil personas ya desplazadas.

Al Qaeda en el Magreb Islámico, en cambio, asecha en el desierto de la vecina Argelia, país que además desde 2016 está llevando adelante una política de expulsiones forzosas de subsaharianos, algunos de los cuales estaban afincados en ese país desde hacía tiempo y que, a su regreso, engruesan las filas del desempleo, como han denunciado organizaciones como Human Rights Watch.

Mientras, los ataques interétnicos y yi-hadistas en Malí se han extendido desde 2016 a...

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