Guillermo Arriaga (1926-2014)

AutorRaquel Tibol

Por una larga amistad

El ballet Zapata, de Guillermo Arriaga, es una obra límite que marca un antes y un después en el desarrollo de la danza mexicana. Arriaga fue un caso particular: en un año se convirtió en bailarín, en dos en coreógrafo y en cuatro en un elemento sobresaliente entre quienes se dedicaban a la danza moderna en México. Su caso se explica por varios antecedentes: de niño estudió música con gusto y empeño; después estudió teatro con algunos elementos renovadores en este campo. A pesar de haber hecho primero papeles en obras como Mariana Pineda de García Lor-ca, Santa Juana de Bernard Shaw, El tejedor de Segovia de Juan Ruiz de Alarcón y otras, siempre con el aplauso de maestros y público, no arraigó en el teatro. En 1949, estimulado por el auge de la danza moderna, se une como estudiante primero y como intérprete muy pronto a los grupos que desde 1939 andaban buscando una expresión nueva que tuviera carácter nacional y estilo propio.

Cuando Guillermo Arriaga se unió al movimiento dancístico, éste tenía 10 años de desarrollo. Las rivalidades y la falta de una directiva con autoridad suficiente había producido divisiones y subdivisiones. Guillermo Arriaga comprendió que en un clima no cohesionado había que tomar de aquí y de allá todo lo necesario para su formación profesional. Estuvo con Waldeen, con Ana Mérida, con José Limón, con Adolf Dolm (figura de la compañía de Diaghilev que pasó por México). Al año de empezar, Ana Mérida lo presentó en El venado y la luna y, a pesar de una tremenda tribulación interior, nadie percibió su noviciado. Un primer viaje a Europa lo desencantó. Como muchos jóvenes artistas, tuvo una violenta reacción iconoclasta. No destruyó los ídolos, pero frente a su anhelante sensibilidad los ídolos se desbarataban. Regresa y, después de algunos experimentos en una escuela de arte para trabajadores, a finales de 1951 presenta en la temporada oficial de la Academia de la Danza Mexicana su primera obra coreográfica El sueño y la presencia. La muerte como angustia y como idilio, entre charros, muchachas, calaveras y judas. Los signos populares tejidos con sentido poético. A partir de su estreno esa obra figuró en los programas de varias temporadas de la Academia de la Danza.

En 1952 Arriaga presentó Balada mági-ca y un trabajo desafortunado: Antesala, ballet-pantomima con música de Eduardo Hernández Moncada, argumento, escenografía y vestuario de Santos Balmori. La música de Balada fue de Carlos Jiménez Mabarak, con escenografía y vestuario de José Reyes Meza. Para El sueño utilizó música de Blas Galindo, con escenografía y vestuario de José Chávez Morado.

Los éxitos de Arriaga y su correcto desempeño junto a José Limón en las memorables temporadas de 1951 y 1952 le valieron una beca para los Estados Unidos. Ahí estudió danza moderna con Ted Schawn, ballet clásico con Margaret Cracke (quien fuera maestra del Sadler's Wells y después codirectora del Metropolitan Opera Ballet) y baile español con La Mery. Arriaga tuvo oportunidad de mostrar sus capacidades en el Gran Festival de Danza de Massachusetts. Le hacen ofertas tentadoras para Nueva York, pero se niega aduciendo: "-Si algo soy capaz de hacer lo haré en México".

Debido al cambio de autoridades en la Academia de la Danza Mexicana se suspendió la temporada de primavera de 1953, inactividad que Arriaga aprovechó para ir a Bucarest, al Festival Mundial de la Juventud Democrática, donde puso por vez primera y con éxito definitivo su Zapata: parto, vida, lucha, muerte y testamento del líder agrario. La Tierra y Zapata, dos bailarines, dos fuerzas, dos principios. Nada era superfluo, nada sobreabundaba, cada gesto tenía la justa intensidad de lo indispensable. Con música de José Pablo Moncayo y diseño para la escenografía y el vestuario de Luis Covarrubias, ideó Arriaga esta danza y, además, la interpretó junto a Rocío Sagaón con entusiasmo y convicción.

En 1954 entrevisté a Guillermo Arriaga para la revista Ballet que se editaba en Lima, Perú, publicación que le había otorgado un diploma al mérito. Entonces él analizó de manera directa los problemas de la danza en la teoría y en la práctica:

"Se pretende dividir la danza en dos corriente: ballet y danza moderna. Esta última denominación es superficial e inadecuada. Shawn emplea una denominación que me parece más correcta: ballet contemporáneo. Por lo demás, si...

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