La herencia de Mireya Cueto

AutorLorena Crenier

Mireya Cueto, de la estirpe más clásica de titiriteros mexicanos, educadora, artista infatigable, escribió en su texto Acerca de la educación artística de los niños:

".. .Opino que no se enseña arte; se enseña libertad. Y enseñar libertad no es cosa fácil; no se trata de dejar en libertad, sino de estimularla: libertad igual asinceridad..."

En los años treinta sus padres, recién desembarcados de París-de donde la familia: ella, su hermana Anita y Lola y Germán Cueto, venían huyendo del fantasma de la guerra-, iniciarán en su casa, en el centro de la ciudad, en Mixcalco 12, reuniones con intelectuales de la talla de, que darán pie a la fundación de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR). Fueron miembros de ésta quienes entre carteles antifascistas fabricaron los guiñoles que darían vida al Gigante Melchor, al Renacuajo Paseador y a muchos otros seres de trapo y cartón.

Aquellos combativos grupos de teatro guiñol ofrecieron las primeras funciones públicas en las escuelas urbanas y rurales de México, en los tiempos de Lázaro Cárdenas: El grupo Rin Rin de Lola Cueto y Roberto Lago, el Comino de Loló Alba, y El Periquito de Gachita Amador, deleitaban a los educandos de la Secretaría de Educación Pública mientras recibían la "cátedra" libertaria de los títeres. Ahí mismo, tras bambalinas, la Mireya adolescente hacía sus pininos en el arte de contar.

Sin Mireya entre nosotros, ya no podremos alcanzar a determinar con certeza la composición exacta de la fórmula alquímica de la herencia familiar conjugada con el don personal de escribir y contar historias. Desde aquella época de las funciones en los patios escolares, siempre brotaron de la mente y las manos de la maestra Cueto lo mismo títeres "de carne y hueso" que guiones radiofónicos, libros ilustrados, obras teatrales, adaptaciones de los clásicos: El Quijote, San Juan de la Cruz, mitos griegos y sumerios, leyendas pre-hispánicas; montajes de romances españoles, de cuentos sufís y mucho más...

Ese don le imprimió a la vida de Mireya Cueto un sentido especial que enriqueció la vida de miles de mexicanos -especialmente niños y niñas-, que supieron de...

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