Herlinda Sánchez Laurel: "La Esmeralda", Presente

AutorSusana Cato

Uno de los más hermosos ejemplos de arte combativo en el mundo sucedió en México ese 1968: mientras la pintora Riña Lazo (egresada de La Esmeralda y colaboradora de Diego Rivera) sobrevivía en prisión haciendo las litografías de las otras presas políticas y no políticas que hoy son el más sensible retrato de ese instante de encierro, los jóvenes artistas de San Carlos y La Esmeralda -las dos grandes escuelas de arte del país- realizaban gra/ittis, grabados, litografías, esténciles, murales, carteles, e inundaban las calles y el alma del movimiento con esa estética de rebeldía y libertad.

-Hablemos del olvidado papel de La Esmeralda-, se le pide a la pintora Herlinda Sánchez Laurel Zúñiga, quien en 1968 dirigía el taller de grabado en esa institución.

-Es el más importante.

-¿Qué dio La Esmeralda en el 68?

-Todo. Dio todo. Dio toda la propaganda que hizo ver al movimiento. Pegas, pintas, mantas, carteles. Todo lo gráfico se hizo en La Esmeralda y gran parte por un grupo de norteños desvelados, algunos de Monterrey; yo, que era de Ensenada; La Pilla Berlanga, también de Ensenada; María Shelley, prima del poeta Jaime Augusto Shelley, que vivía en Mexicali. Sé que se dice que La Esmeralda no participó en el movimiento. Fue la que más participó, porque a San Carlos la cerraron poco después. En La Esmeralda nos quedamos con todo el trabajo. Hicimos grabado, carteles y folletos. Hicimos propaganda de todo tipo que llevara ilustración. Las grandes mantas que llegaron a tener unos dibujos fascinantes. En La Esmeralda estuvimos entregados de día y de noche en todo el trabajo de arte del movimiento estudiantil.

Brotaban impresos febriles, populares, finos. "Los vendíamos a cinco, a 10 pesos, eran carteles o grabaditos chiquitos". Ella conserva parte del tesoro. "Tengo 65 placas, entre las mías, las de Humberto Pérez, que era mi pareja, y hay pocas, algunas, de otro de los compañeros que era ayudante de Siqueiros y que ya falleció".

Herlinda Sánchez Laurel nació en Ensenada, ese puerto nostálgico de Baja California donde el cielo inunda el mar y viceversa. Donde cada atardecer es un cuadro al óleo. Y donde las palmeras, altas y estilizadas, podrían ser tema de cualquier grabado alucinante del Medio Oriente. Su padre, nacido en La Paz, fue desde muy joven ilustrador en el taller de Walt Disney, hasta que un accidente lo llevó a cambiar de vida, y terminó por aposentarse en el bello y calmo puerto norteño, donde trabajó "como carrocero, aquí le dicen hojalatero". Allí se casó con la madre de Herlinda, oriunda de El Mármol, centro de Baja California, pero radicada en Ensenada desde niña.

Herlinda creció en una familia muy tradicional. Estudió en el clásico Colegio México, dirigido por monjas. "Yo desde niña pintaba mucho", recuerda. Vocación que impulsó su padre, "un hombre muy especial:

"Era él el que tenía una vocación tremenda...

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