Hermoso inicio musical

AutorRaúl Díaz

Así, en el hermoso templo barroco del siglo XVIII (aunque su primera versión data del 1527 al 1530), el de Santo Domingo, la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM) inició su temporada anual con un concierto igualmente barroco integrado por el Concerto grosso opus 6 No. 1 de Georg Friedrich Händel, la Suite orquestal No.3 BWV1068 de Johann Sebastian Bach, Concierto para violín y violoncello de Antonio Vivaldi y, en medio de Händel y Bach, otro gigante (medio colado porque, en el mejor de los casos, pudiera situarse en el barroco ya tardío aunque abrió nuevos e inmensos caminos para la música en general y la "clásica" en particular), Franz Joseph Haydn y su Concierto para violoncello No. 1.

Al frente de la OFCM, como corresponde a toda inauguración que se respete, estuvo su titular, Scott Yoo, japonés-estadunidense, quien ya lleva un par de años en esta responsabilidad; y como solista participó el también estadunidense Ro-bert Demaine, chelista de reconocido prestigio internacional.

Dadas las obras escogidas, el director, que también es un hábil violinista, más que al frente y sobre el pódium, estuvo entre sus músicos dirigiendo, como se dice, "desde" su violín. El concierto tomó así, pese a tratarse de una orquesta de gran formato, mayor cercanía a la manera en que este tipo de manifestaciones se presentaba durante la época de su creación, la del barroco justamente, en la que los conciertos más que en espacios abiertos o grandes teatros se ofrecían en las señoriales salas palaciegas o en la amplitud, siempre...

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