Hernán Cortés, escritor

AutorFabrizio Mejía Madrid

Durante los dos años que duró la Conquista de México, dos tipos de civilización chocan: la de los indígenas, interpretativa; la de los españoles, narrativa. Incluso en el nombre, "la Cruz Verdadera", veracruz, Cortés se refiere a este choque. La cruz de los españoles cuenta la historia del crucificado, su martirio y resurrección. La otra cruz, la de los mayas, y que sorprende a los conquistadores cuando la ven a su paso, son los cuatro puntos cardinales del cosmos. Así funcionan los dos sistemas de hacer la historia: las palabras que revelan y esconden -las cartas que Cortés le escribe a Carlos V- y los emblemas de los códices indígenas que glosan el mundo. Los "dibujos" que los españoles encuentran en los códices no son descifrables como letras, palabras y frases porque son emblemas de una experiencia codificada para quien conoce el lenguaje ritual.

"No me habría de partir de aquella tierra hasta saber el secreto de ella para poder escribir a Vuestra Majestad verdadera relación de ella", escribe Cortés, como si su objetivo no fuera hacer la conquista sino el narrarla. La primera carta se escribe desde Veracruz en 1519 y separa claramente el inicio de lo que Cortés quiere contar como una gesta por el dominio del rey en ultramar: va de la expedición a Yucatán hasta la fundación del cabildo de la verdadera-cruz. La segunda, en 1520, lleva un plano de Te-nochtitlán (1520) y relata desde la destrucción de sus naves hasta su derrota en La Noche Triste. La tercera, posterior a la Conquista, es desde su casa en Coyoa-cán, y narra la conformación de su alianza con los tlaxcaltecas y el fin del sitio a la ciudad mexica. La cuarta y la quinta, de 1524 y 1526, están ubicadas en Méxi-co-Tenochtitlán y narran la organización de la Nueva España, la desventurada expedición a Honduras y el pleito de Cortés por ser reconocido como gobernante de esas tierras. Sólo en la última se menciona a "Doña Marina", su amante y traductora indígena de apenas 15 años de edad, La Malinche.

La primera carta no existe -se ha dado por perdida- y se sustituyó por una réplica. En total, son 502 páginas que contienen unas 170 mil palabras y su publicación en España fue prohibida por una demanda que Pánfilo de Narváez -quien queda como un traidor a la causa de Cortés por obedecer a Diego Velázquez, que se oponía a toda expedición que no fuera para encontrar y extraer oro-interpuso en 1527. Copias de las cartas fueron quemadas en Sevilla, Toledo y Granada, según cuenta José Luis...

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