Hiperactividad del presidente electo

AutorHéctor Tajonar

En el lapso como virtual presidente electo muchos asuntos -de fondo o de efecto escenográfico- han acaparado la atención de la opinión pública y algunos de ellos han provocado desconcierto, in-certidumbre, críticas e indignación en diversos sectores de la sociedad, incluyendo a muchos de sus correligionarios y a miembros destacados de su equipo de trabajo. Ello ha ocasionado una tensión creciente y riesgosa que convendría despresurizar.

He aquí una enumeración abreviada de esas fuentes de controversia y presión: Negarse a modificar el artículo 102 de la Constitución para garantizar una Fiscalía General de la República que sea funcional e independiente del Ejecutivo, increpar a consejeros del INE, cancelar el nuevo aeropuerto, vender el avión presidencial, la pifia del Papa, amenazar con despedir a 70% del personal de confianza del gobierno, imponer a virreyes para controlar a los gobernadores, convertir a Los Pinos en centro cultural, imponer una "Constitución Moral", nombrar a Bartlett para dirigir la CFE, despertar la sospecha de conflicto de interés al visitar la megaempresa agroindustrial propiedad de quien será su jefe de gabinete o, en Ciudad Juárez, pedirles a las víctimas que perdonen y escuchar como repuesta: "¡Sin justicia no hay perdón! ¡Ni perdón ni olvido!" Entre otras, esas son las medidas que con sobrada razón han causado polémica y rechazo, además de un progresivo aumento de la tensión previa a su toma de protesta.

La indudable e inédita legitimidad lograda en las urnas debiera traducirse en una firme convicción de que en tres meses y medio tomará posesión como presidente de la República y habrá de asumir la responsabilidad de convertirse en el hombre de Estado capaz de resolver los grandes desafíos de la nación: Recuperar la seguridad de los ciudadanos, combatir la pobreza y la desigualdad mediante una política de desarrollo económico con inclusión, además de cumplir con la misión principal del nuevo gobierno: Erradicar la corrupción y la impunidad.

Eso es lo que esperan de AMLO los 30 millones de mexicanos que votaron por él y también los que no lo hicieron. Junto a dichas metas prioritarias, hay muchas más que son de gran importancia, otras relevantes y algunas prescindibles. La distinción y jerarquización entre unas y otras es indispensable.

La esperanza depositada en el próximo presidente de México es tan grande como la legitimidad democrática otorgada por 53% de los votos emitidos en una ejemplar jornada electoral. Por...

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