Hipocresía europea

AutorYetlaneci Alcaraz

BERLÍN.- Cuando el diario inglés The Guardian y el semanario alemán Der Spiegel revelaron -con base en los documentos proporcionados por Edward Snowden- que los servicios de inteligencia de Estados Unidos han espiado de manera masiva y sistemática no sólo a ciudadanos y grupos "enemigos", sino también a países aliados y a las representaciones diplomáticas de la Unión Europea, la indignación fue absoluta.

La canciller alemana, Angela Merkel, calificó de inaceptables las escuchas mediante micrófonos ocultos en embajadas e instituciones de la Unión Europea. "A los amigos no se les espía y la Guerra Fría ya pasó", dijo. El presidente francés, Francois Hollande, y el jefe de Estado italiano, Giorgio Napolitano, exigieron, por separado, una explicación inmediata del gobierno de Barack Oba-ma, así como el cese inmediato de la labor de espionaje.

Por su parte, el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, aseguró que de ser cierta la información supondría un lastre para la relación bilateral. La comisaria de Justicia de la Unión Europea, Viviane Reding, se pronunció incluso por suspender el inicio de las negociaciones del tratado de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea. "Los compañeros no se espían unos a otros. No podemos negociar un gran acuerdo trasatlántico si existe la mínima sospecha de que nuestro socio espía la oficina de nuestro negociador. Las autoridades estadunidenses deben disipar esas dudas lo antes posible", expresó.

A pesar de la indignación expresada públicamente, en los hechos ni las agendas de trabajo ni las relaciones de fondo entre Estados Unidos y los Estados espiados parecen haberse alterado.

Incluso, las últimas afirmaciones de Snowden hechas públicas el domingo 7 sembraron la duda de una complicidad de Europa occidental en el espionaje masivo de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. El joven Snowden fue claro y contundente al señalar que la mayoría de los países occidentales colaboran con las tareas de inteligencia de Estados Unidos. Incluso ejemplificó: "Nosotros les avisamos cuando alguien a quien queremos va a pasar por sus aeropuertos (algo que hemos sabido, por ejemplo, por una llamada desde el teléfono móvil de la novia de un presunto pirata informático en un tercer país sin ninguna relación), y nos lo entregan. Ellos (las autoridades extranjeras) no nos piden que justifiquemos cómo sabemos algo, y viceversa, para proteger a sus líderes políticos...

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