Lo histórico

AutorFabrizio Mejía Madrid

Hay una adherencia que nos sofoca: todos llevamos un priista adentro. Eso, nos han dicho, es lo verdadero. Pero sabemos que los hechos del pasado no son cosas inertes para aislar y, luego, recogerlos en un relato causal. Lo que nos presentan los positivistas que hacen la historia de México en la televisión es un pasado inmóvil que es la suma de hechos que llenan un tiempo vacío, ya dado para siempre, incuestionable.

Los términos a debate son, del lado de los victoriosos, la Cuarta Transformación que se asimila a las otras: Independencia, Reforma y Revolución. Se le otorga la historicidad de una nueva separación como las demás: de la Corona española, de la Iglesia Católica, de la Dictadura. Esta vez es entre el Estado y las corporaciones empresariales. Del lado de los derrotados, lo histórico parece otra repetición: la reinstauración del Partido Único, ya no como el PRI -desde la Presidencia y absorbiendo a los sindicatos obreros y agrícolas-, sino desde la imprevisible votación masiva. Poco probable, la reinstauración de un poder unívoco se confunde con la conformación de una mayoría por obra del sufragio de 30 millones de ciudadanos. Roland Barthes llamó a esto "la retórica del tiempo explorado". ¿Cómo no reducir el momento actual a una simple "semejanza" banal con el pasado priista o idealizarlo como un momento de absoluto puro? Walter Benjamin quiso resolver el dilema de cómo leer un acontecimiento como una supervivencia que de pronto nos asalta. Escribió, por ejemplo, de la supervivencia del infierno en las bocas del Metro, de los desfiles y las protestas en las calles como parte de los rituales de paso, de las cajeras de los supermercados como oráculos:

"Articular históricamente el pasado no significa conocerlo como 'realmente ha sido'. Significa, más bien, adueñarse de un recuerdo tal como este relampaguea en un momento de peligro. El his-toricismo se contenta con establecer el nexo causal entre los diversos momentos de la historia. Pero ningún hecho es histórico por ser causa".

Como narración desde el presente que se interroga con el pasado y lo historiza como su memoria narrada, esa manera de montar los hechos es lo que Benjamin llama "la esperanza del pasado". En efecto, el horizonte no está en el futuro sino en los pasados todavía no narrados, engarzados en una trama nueva. En la disputa por lo histórico del nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el recuerdo y la memoria que lo sostiene no es un resultado definitivo sino...

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