El hombre que investiga a Macri

AutorMiguel Bonasso

BUENOS AIRES.- El fiscal Federico Delgado es una rara avis en la justicia argentina: acusa penalmente al presidente de la República, Mauricio Macri, cuando éste lleva apenas medio año en la Casa Rosada y todavía está en el apogeo de su poder. La sabiduría popular sostiene que los poderosos no son imputados judicialmente hasta que dejan el cargo.

La acusación penal se basa en los #Pa-namaPapers, destapados a nivel mundial por el Consorcio de Periodistas de Investigación, y en el que participa Proceso. Allí el presidente argentino aparece como director de dos empresas off shore, Kage-musha S. A., con sede en Panamá, y Fleg Trading Ltd, domiciliada en Bahamas. Ambas creadas por el célebre estudio panameño Mossack Fonseca, especialista en construir sociedades fantasma para ocultar a los dueños.

En sus múltiples declaraciones juradas como diputado, jefe de gobierno y presidente de la Nación, Macri "omitió" declararlas. Esto tipifica un delito que fue denunciado ante los tribunales por el diputado Norman Darío Martínez, del kirchnerista Frente para la Victoria y convertido en acusación formal por Delgado. Pero el fiscal no sólo apunta su índice contra el primer magistrado actual: también ha imputado durante muchos años a varios funcionarios corruptos de la pasada administración kirchnerista, mucho antes de que se desatara la oleada de denuncias contra el gobierno anterior, que no se sabe si acabará en justicia efectiva o será una farsa política como ha ocurrido tantas veces en el pasado, donde grandes corruptos como el expresidente Carlos Saúl Menem -para citar un ejemplo elocuente- eludieron la celda y se sientan, cómodos, en una poltrona del Senado.

En apariencia, este hombre joven, delgado como su apellido, recuerda más un menudo y sonriente duende shakespe-reano que a un temible acusador jacobino, pero su índice ha marcado, implacable, a ministros, legisladores, dirigentes políticos, capos mafiosos de las drogas sintéticas, espías de los servicios de inteligencia, policías y prefectos comprados por organizaciones criminales y otros especímenes del delito cometido desde el poder.

Lo inquietante para el presidente Macri y otros acusados VIP es que no encuentran por dónde agarrarlo: tiene currículum y no prontuario. Su historial es rico en materia penal e intelectual, porque además de fiscal es profesor de ciencia política y de filosofía del derecho, pero su vida personal es tan intachable como su actuación en la justicia.

Falseando la verdad, los abogados de algunos capos de las drogas sintéticas lo acusan de buscar los reflectores, cuando es famoso su culto del bajo perfil. Por su parte los defensores del presidente Macri dicen que está en una "excursión de pesca" para buscar datos que corroboren su acusación. Pero Delgado no se inmuta: sigue vistiendo jeans y chamarras, en un paisaje solemne de corbatas y trajes oscuros y llega a los Tribunales Federales de Comodoro Py (los más poderosos del país) montado en bicicleta. Una bicicleta que estaciona con calculada malicia junto a los autos de alta gama de varios de sus colegas.

En esos corredores gélidos de Comodoro Py, se rumorea que están por arrebatarle la causa contra Macri, con una argucia leguleya: cambiarle la carátula y pasarla a otra jurisdicción. También lo persiguen a nivel académico con criterios macartistas y ha debido renunciar -con una carta muy dura- a las cátedras que brindaba en la Universidad de Palermo.

Pero también hay poderosos que lo aprecian. El Papa Francisco, por ejemplo, lo consideraría uno de los pocos funcionarios judiciales argentinos capaces de llevar a cabo un mani pulite en serio, aquella lucha contra la mafia que en Italia le costó la vida al juez Giovanni Falcone. Hace poco, el pontífice lo invitó a una...

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