"El hombre de La Mancha", en el Reclusorio Oriente

AutorColumba Vértiz De La Fuente

En el montaje, titulado Don Quijote: Un grito de libertad, participan 280 internos de ese centro y reclusas de la Penitenciaria Santa Martha Acatitla, no sólo en el elenco, también en la orquesta musical y el equipo de producción.

Morell, fundadory presidente de la Fundación Voz de Libertad, A. C., destaca en entrevista que Un grito de libertad, también basada en lecturas de la novela Don Quijote de La Mancha, surgió hace 12 años:

Este proyecto teatral se ha convertido en un movimiento de cohesión social, reinserción y prevención del delito a través de la reconstrucción de los valores entre las personas que, por alguna causa justa o quizá injusta, se encuentran encerrados en una cárcel.

En la obra, Miguel de Cervantes se encuentra en una prisión mientras espera una audiencia con la Inquisición española. Para evitar que sus compañeros de celda le arrebaten un manuscrito que lleva consigo, el escritor sugiere representar una función teatral sobre la figura de don Quijote, en la que él y el resto de los reclusos interpretan a los diferentes personajes.

Para el lunes 25 del mes en curso, la penúltima función será especial por los 400 años del fallecimiento de Cervantes (22 de abril de 1616). Iniciará a las 17 horas.

Convencido, Morell, también abogado y con estudios de teatro, asegura que Un grito de libertad es una experiencia de vida:

Logra cambiar la energía negativa que genera la reclusión en positiva, a través de todas las actividades que realizamos, talleres creativos de música, danza, canto e interpretación de textos y sesiones sobre concentración, disciplina, tolerancia y espiritualidad, y envía un mensaje al público exterior de la importancia de entender que dentro de las cárceles hay seres humanos, no sólo expedientes, y que quienes son inocentes necesitan apoyo para salir con la frente en alto, y que quienes son culpables necesitan también apoyo para cambiar su actitud frente a la sociedad.

El montaje surgió hacia 2004 en la cárcel de Atlacholoaya, Morelos, con 60 internos e internas. Siguió en la prisión de Tlax-cala (2005), con 70 reclusos; el complejo penitenciario de Querétaro (2005), donde intervinieron más de 150 encarcelados, entre varones, mujeres y menores infractores; el Tutelar de Menores Infractores de San Fernando (2006), con 80 menores; el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, donde colaboraron 180 internos e internas de Santa Martha

Acatitla (2007), y de nuevo en Atlacholoaya (2008), ya con 200 participantes.

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