El hombre que quiso unificar a la izquierda

AutorJosé Gil Olmos

Ese día no alcanzó a saltar las bardas que rodeaban la casa de Reforma 9, en el centro de Coyoacán. Los policías se abalanzaron para detenerlo; estaba acusado de sedición por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Pocos días antes, su hija Laura Itzel había salido a la calle cuando escuchó las campanas del paletero que, extrañamente, era el mismo que deambulaba por su antiguo domicilio en la colonia Romero de Terreros.

Ese paletero pudo haber sido quien señalara la casa donde el ingeniero Heberto Castillo se escondió medio año. A él siempre le gustaron los helados y las paletas de hielo; quizá esa fue su perdición en 1969, cuando fue llevado a la prisión de Lecum-berri, donde estuvo dos años.

Así lo recuerda el propio Heberto Castillo en su libro Si te agarran te van a matar:

"Fui aprehendido con lujo de fuerza, como si mis armas fueran otras que la Constitución. Tratando de escapar salté bardas y alarmé vecinos inútilmente, para quedar al fin a merced de las armas cortas y largas que desde múltiples vehículos surgieron empuñadas por 'celosos guardianes del orden'. Las amenazas de tormento o de muerte cesaron cuando ellos comprendieron la firmeza de mi decisión. Las armas de que hice acopio durante los meses de mi persecución quedaron en mi último refugio de Coyoacán: la Constitución General de la República Mexicana, sin lomos que destruyó la lluvia que cayó durante las noches que pasé en los pedregales de la Ciudad Universitaria cuando en septiembre la mancilló el ejército; los planes políticos de México, algunos libros sobre la reforma agraria y sobre Emiliano Zapata, y un libro que me gusta leer y releer: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Se me informó que dichas armas fueron anexadas a mi expediente como pruebas en mi contra."

Los 10 delitos que se le imputaron a Heberto Castillo fueron: incitación a la rebelión, sedición, asociación delictuosa, daños a las vías generales de comunicación, daños en propiedad ajena, robo de uso, despojo, acopio de armas, lesiones a agentes de la autoridad y homicidio.

Laura Itzel Castillo recuerda de pronto la historia del paletero y la aprehensión de su padre como si apenas hubiera pasado. "Es algo que mi padre no contó y yo tampoco lo había dicho", dice en entrevista la directora general de la Red de Transporte de Pasajeros de la Ciudad de México.

"Me parece que mi papá es un personaje muy importante en la izquierda mexicana y que participó en la segunda mitad del siglo XX de manera fundamental en la formación y unificación de las distintas corrientes y grupos izquierdistas.

El trabajo que hizo se centró de manera fundamental en la unificación de la izquierda, en tomar en consideración la importancia que existía en el país de recuperar esos valores mexicanos, que esos valores fueran el referente, empezando con lo revolucionario, cuando en el país la izquierda lo que debatía era si tenía que ser trosquista, maoísta o de otras corrientes. Lo que mi padre consideraba era retomar las banderas de Zapata, Villa, Cárdenas y por eso era muy criticado.

Retomando el contexto de los setenta, cuando las corrientes de la izquierda mexicana no lograban unificarse -algunos estaban en la lucha clandestina, otras en la vía legal-, la tarea unificadora de Heberto Castillo y, sobre todo su espíritu nacionalista, se veía casi imposible.

Laura Itzel rememora esa tarea de su padre y las burlas de que fue objeto cuando propuso que el nopal fuera parte del emblema del Partido Socialista Unificado de México. Todos querían la hoz y el martillo.

"Creo que una parte que ahora pareciera no muy lógica es que cuando se va dando el proceso de consolidación del Partido Socialista...

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