Era un honor ser dibujado por él

AutorRosalía Vergara

La noticia del fallecimiento de Rogelio Naranjo, caricaturista y fundador de Proceso, abruma a sus colegas Rocha, Helguera y Hernández, quienes crecieron viendo sus cartones y se inspiraron en sus dibujos que, coinciden, son un ejemplo de congruencia y honestidad periodística. Algo difícil de encontrar actualmente, señalan.

"Si una persona en sus cinco sentidos decidía dedicarse a la política, era para algún día poder aparecer en un cartón de Naranjo; era un honor ser dibujado por Naranjo. Y si terminaba su carrera política y no lo había dibujado, pues había sido un fracaso como político.

"Sus cartones no te hacían reír; tenían un humor oscuro, amargo; eran de una agudeza muy incisiva. Te ponían a pensar; rara vez te reías con ellos", afirma el caricaturista Hernández.

Comenta que los cartones de Naranjo arrancaban otro tipo de emociones, más que la risa, "y esto dicho no como un defecto de su trabajo sino todo lo contrario: con un humor que hace reflexionar al lector. Muy agudo, muy ingenioso, perspicaz". Hernández destaca su trabajo en este semanario porque "fue la piedra en el zapato de muchos poderosos" durante varios sexenios.

Con su muerte, dice, se cierra otro capítulo de la historia del periodismo mexicano. Añade: "En Proceso, en pocos años murieron Vicente Leñero, Julio Scherer y ahora Rogelio Naranjo", y así "se cierra un capítulo más de una historia muy, muy importante del periodismo y que tenemos que retomar y poner en alto".

"Nos deja, así como don Julio y Leñero, unos zapatos enormes a los periodistas. Naranjo nos deja a los caricaturistas una estafeta muy, muy grande que yo espero que tengamos la dignidad, la honestidad y la congruencia periodística de retomar y llevar lo más dignamente posible", señala.

"El mejor de todos los tiempos"

Helguera, por su parte, cuenta que creció viendo los cartones de Naranjo. Fue su inspiración.

"Conocí el trabajo de Naranjo desde que estaba muy chico, porque a mi casa llegaba el Excélsior de Julio Scherer y después, a partir de 1976, Proceso. Obviamente cuando era niño no entendía las caricaturas de él ni de Abel Quezada; sin embargo, ya al crecer fue precisamente a través de sus cartones como pude entender la realidad de mi país", indica.

Refiere que en su juventud le pareció interesante saber cómo a través de una caricatura se podía reñejar una realidad nacional.

Helguera opina que "Naranjo era, probablemente, el mejor caricaturista mexicano de todos los tiempos. Desde el siglo XIX hasta...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR