La ignominia electoraly el voto en blanco

AutorJavier Sicilia

Ya estamos allí, sin Reforma Política, sin limpieza honorable en las filas de los partidos, sin un compromiso ético real, con el país balcanizado por el crimen (hay muchas zonas donde no podrá colocarse una casilla sin la anuencia del crimen organizado), con casi 50 mil muertos (el Pentágono habla de 150 mil, hace un año hablábamos de 40 mil), con más de 20 mil desaparecidos y más de 250 mil desplazados, que día con día aumentan su número, con criminales y poderes fácticos detrás de los partidos y una ciudadanía aterrada, desmovilizada y desunida.

En esas condiciones, ¿por qué ir a las urnas a votar por alguien y perpetuar lo intolerable? ¿Por qué aceptar esas elecciones que (vuelvo al 8 de mayo) calificamos "de la ignominia"? ¿Por qué no rebelarnos ante la dispendiosa propaganda del IFE y de los partidos que, al estilo Goebbels, nos llama a aceptar esta farsa democrática como verdadera mientras la nación se debate en la miseria, el dolor, la injusticia, la indefensión y el miedo?

El argumento de la izquierda -el mismo que usó la derecha en 2000 para destruir la hegemonía del PRI- es tan simple en su pragmatismo como descorazonados Si no votamos por AMLO, entonces ganará Peña Nieto y volverá al poder lo peor.

Ciertamente Peña Nieto y el PRI representan los peores intereses de la vida nacional: el salinismo, la voracidad de los poderes fácticos y de la presidencia imperial, el control mussoliniano de las cámaras y el deprecio absoluto por los ciudadanos. Sin embargo, no fue la ciudadanía que ahora se niega a votar por algún partido la que permitió esta farsa. Fue el desdén a los seis puntos que se plantearon en el discurso del 8 de mayo como una ruta de justicia y de paz para darle suelo a la nación, el desprecio por las advertencias que hicimos ese mismo 8 de mayo para no llegar a estas elecciones ignominiosas, y la búsqueda de mantener los intereses de las partidocracias por encima de los intereses de la nación. Ahora, en nombre de lo que no se hizo, se quiere rebajar el voto ciudadano al mismo nivel que el voto corrompido del corporativismo priista. Para evitar -dice esa pobre argumentación-que ese voto encumbre a los peores de la nación, debemos entonces traicionar nuestra dignidad e ir a las urnas para encumbrar a los menos peores.

Esta argumentación, en las condiciones de emergencia nacional que vivimos y bajo el peso de las sucesivas traiciones, es deleznable. Nadie, en realidad, con mayorías...

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