Inconformidad con larga historia

AutorPatricia Dávila

La Guardia Nacional (GN), el proyecto emblemático de seguridad con el que el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que pacificaría al país, tuvo un arranque accidentado: es la primera vez que policías federales en activo paralizan las principales vialidades de la Ciudad de México en demanda de certeza jurídica, económica y laboral dentro de la nueva corporación.

De acuerdo con elementos desplegados en los estados de Jalisco, Michoacán y Guerrero, ellos no se niegan a pertenecer a la GN, pero sí a patrullar las calles y enfrentarse al crimen organizado sin contar con un oficio de comisión que cubra su seguro en caso de algún percance.

Además, afirman que en los estados donde ya opera la GN los agentes federales recibieron la orden de no firmar ningún Informe Policial Homologado (IPH) y no pueden ser los primeros respondientes en una escena de crimen, por lo que sus coordinadores castrenses dieron la orden de llamar a la policía municipal para que firme las puestas a disposición cuando se producen detenciones.

Los agentes que aprobaron la evaluación para pertenecer a la GN aseguran que recibieron la orden verbal de desplazarse, por lo que están en total indefensión. Además, en los campos militares a algunos les cobran la comida y duermen en el suelo.

Los federales fueron evaluados por militares en cuarteles de la Ciudad de México. Quienes aprobaron el examen médico y el físico se consideraron aptos para integrarse en la nueva corporación; a los que se les detectó mayor índice de grasa corporal o algún tatuaje se les envió, sin consultarlos, al Instituto Nacional de Migración (INM).

A éstos se les dio a firmar un oficio en el hangar del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México momentos antes de abordar el avión que los trasladaría a Chiapas o Tijuana.

Los militares tampoco han superado satisfactoriamente dicha evaluación: incluso 4 mil 500 fueron sometidos a examen de control y confianza en las oficinas de la Policía Federal, ubicadas en la calle de Varsovia y la avenida Reforma. Sólo dos de cada 10 elementos castrenses aprobaron; la mayoría dio positivo en consumo de mariguana y alcohol y hasta en algunos casos se les detectaron vínculos con el crimen organizado.

El sábado 29 de junio, cuando llegó su turno, los mandos aceptaron que permiten el consumo de droga en los cuarteles para "tener tranquila" a la tropa. En su caso no hubo reprimenda; pasaron directo a formar parte de la GN.

Los exámenes a los militares revelaron que algunos han incurrido en desaparición forzada, tortura, secuestro y protección a grupos delictivos que operan en la zona de los cuarteles, confió a Proceso un funcionario de la Secretaría de Seguridad y...

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