El infomercial del Informe

AutorDenise Dresser

Sin embargo, las preguntas siguen allí: ¿El país se mueve en la dirección correcta? ¿Se mueve para todos o para los ganadores de siempre? ¿Las reformas se instrumentarán con la eficacia prometida o serán saboteadas a la hora de su instrumentación? ¿El Estado revigorizado y reformista podrá -ahora sí- enfrentar a los poderes fácti-cos o acabará claudicando ante ellos con leyes secundarias mal hechas? Preguntas que el discurso presidencial quiso eludir al centrarse en la obtención del consenso, la pluralidad política detrás del Pacto por México, el fin de la parálisis legislativa, los cambios necesarios que ahora ocurren bajo el PRI. El movimiento en sí que posterga las interrogantes sobre su destino y sus beneficiarios.

Y habrá quienes argumenten que "estamos mejor" con las 11 reformas. Que -como lo dijo Peña Nieto- basta con "querer a México". Que basta con un "cambio de mentalidad". Que basta con un "cambio cultural". Y que todo ello está ocurriendo y ha llegado el momento de celebrar, de aplaudir, de agradecer que el presidente salve al país. Pero antes de caer en el triunfalismo desbordado habrá que evaluar dónde estamos y a dónde vamos. Sobre las reformas peñanietistas vale la pena citar a Mao Zedong cuando se le preguntó sobre el impacto de la Revolución Francesa y respondió: "Es demasiado pronto para saber". Y lo mismo ocurre con 11 iniciativas de resultados aún inciertos.

Una reforma fiscal que aumenta la recaudación pero desacelera la economía y no reescribe de fondo nuestro pésimo pacto fiscal. Una reforma en telecomunicaciones que da trato preferencial a Televisa con el objetivo de fortalecer a la empresa para que pueda enfrentarse a Carlos Slim en una especie de "competencia administrada" entre dos monstruos. Una reforma educativa que el propio secretario de Educación descalifica al negar los lazos entre desempeño magisterial y compensación salarial. Una reforma re-gulatoria que da autonomía a la Comisión de Competencia y al Instituto Federal de Telecomunicaciones pero luego les quita atribuciones. Una reforma energética con enormes lagunas regulatorias y oportunidades para el rentismo y la corrupción. Reformas quizás bien intencionadas pero mal diseñadas, que podrían acabar saboteadas -o con resultados contraproducentes- a la hora de su instrumentación.

Como ha ocurrido una y otra vez. Como ocurrió con la "modernización" salinista, que terminó fortaleciendo el capitalismo de cuates que explica nuestra perenne mediocridad...

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