El infortunio de Óscar y Valeria. Sin lugar en el mundo

ALTAVISTA, EL SALVADOR.- El domingo 30 de junio Rosa Ramírez estaba en su casa, vestida de luto. Descansaba las manos sobre las rodillas, la mirada fija en el piso, y trataba de recordar el nombre de la escuela en la que su hijo aprendió a leer y escribir. Pero por más que estiró la memoria sus recuerdos estaban obstruidos. Lo único que una y otra vez apareció, como las incesantes gotas que caen de un techo roto, fue el nombre con el que se conoce la cancha de futbol próxima a esa escuela todavía sin nombrar: el Hoyo.

"Es una que está allá abajo", dijo buscando la confirmación de una mujer de pelo castaño que estaba sentada a su lado. Rosa había regresado a su casa en la colonia Altavista, en San Martín, después de recibir en el cementerio La Bermeja, en San Salvador, los cadáveres de su hijo Óscar Martínez Ramírez y de su nieta Angie Valeria, que murieron ahogados la tarde del 23 de junio en el intento de cruzar el río Bravo. Los cuerpos llegaron a las 10:50 de la mañana en dos camionetas blancas escoltadas por vehículos con placas particulares.

Vio una y otra y otra vez la fotografía de la catástrofe: Valeria abarcando a su padre con su brazo, enfundada la mitad de su cuerpo en la camisa estirada del adulto.

Óscar, descalzo, aparece con el pantalón hasta las rodillas y los brazos flexionados, como si antes de aceptar que las corrientes profundas del Bravo lo habían vencido hubiera intentado engañar lo inevitable para sacar a su hija a la luz, al cielo, la vida.

Los cuerpos de ambos se ven, en esa foto, a la orilla del río junto a dos latas azules de Pepsi Cola y una lancha de motor y con dos remos amarrada a la tierra que padre e hija no lograron alcanzar vivos. La calma sin respuestas que resume el fin de todo. "Así se fueron abrazaditos los dos", resume Rosa.

Pero no resultó lo mismo ver las imágenes en internet que tenerlos frente a ella, en los ataúdes. Rosa sufrió una crisis nerviosa y tuvo que regresar a su casa. Ahí recordó que Óscar comenzó a trabajar antes de cumplir los 21 años en maquilas, panaderías y en servicios de comida rápida. No pudo terminar la educación media. A sus 24 años nació Valeria; su natalicio lo celebraba el 11 de julio y su hija nació el 18 del mismo mes. "Él quería que naciera el mismo día, la misma fecha", cuenta a Proceso.

Después Óscar concluyó que la única forma de salir de la pobreza era emigrar a Estados Unidos con su hija y su esposa Ta-niaVanessaÁvalos.

Esa fotografía caló hondo en los ciudadanos de muchos países. Su efecto emocional es similar al de la imagen de Aylan Kurdi, el niño sirio cuyo cadáver fue encontrado bocabajo en septiembre de 2015 en la playa de Bodrum...

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