Lo inhumano

AutorJavier Sicilia

Todas las épocas han sido inhumanas. La nuestra, en particular la de México, no es la excepción. Se distingue de otros periodos de su historia en que lo inhumano está hoy entretejido con la conciencia de su otra cara: lo humano. En ninguna época anterior, la defensa y la sensibilidad ante lo humano ha sido tan fuerte como en ésta. En ninguna, tampoco, la destrucción sistemática de lo humano lo ha sido también. Pese a la gran cantidad de organizaciones defensoras de derechos humanos, lo inhumano se exhibe con una brutalidad descomunal. Lejos de detenerse, prospera al amparo del Estado y ante la indiferencia de muchos que miran su acontecer como una nota más en medio del show mediático.

Varias son las hipótesis que buscan explicarlo. Hay una, sin embargo, que no ha sido traída a la reflexión. Entre 1879 y 1880, Dostoievski escribió Los hermanos Karamazov, una novela sobre el deicidio. En ella, Dostoievski pone en boca de Iván Karamazov una palabra que anunciaba nuestra época: "Si Dios (el Dios del evangelio, el Dios de la compasión y la justicia) no existe todo está permitido". Años después, en 1882, como una confirmación de las palabras de Iván, Nietzsche, en La gaya ciencia exclamó: "Dios ha muerto". En su lugar colocó al "superhombre".

La idea, despojada de las profundidades del filósofo alemán, la retomó el nazismo, que hizo del "superhombre" el inhumano absoluto, el individuo al que todo le está permitido, cuyos actos están retratados en Auschwitz. Lo que, a partir de entonces, caracteriza lo inhumano es la arbitrariedad del poder, su fuerza bruta. El prestigio del héroe moderno -exaltado por nar-cocorridos, corridos y series de televisión- radica así en su impiedad, en su capacidad de hacer del otro una cosa sometida al capricho de su fuerza. Si se le admira y se le teme es por la superioridad que le confiere su crueldad que lo coloca por encima de la ley, en una especie de Olimpo, dueño, como los dioses, del poder de imprimir en los otros sus desvaríos. La exhibición de su crueldad es un equivalente de lo que algunos pueblos de la Polinesia llaman mana: un poder sobrenatural e impersonal que pasa de la víctima al victimario y crea en el victimario la sensación de estar más allá de la servidumbre y de la muerte. Esta realidad, que día con día asumen más personas en México, se mide por el destrucción de ya cerca de 350 mil personas, de alrededor de 80 mil desaparecidos, de 70 mil niños y niñas sometidos a explotación sexual, y de un...

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