Instagram

AutorFabrizio Mejía Madrid

Svetlana Aleksiévich, Voces de Chernobyl, en las víctimas, sino en los científicos a cargo de la contención de la radiación y la investigación sobre los responsables. La plataforma televisiva, Netflix, no es culpable del turismo de Instagram que existe sólo para ser fotografiado. Lo es, en cambio, la idea detrás de nuestra cultura hiperfotográfica: la de tratarse a uno mismo como si la vida fuera publicidad.

La historia la cuenta el documental Frye. Un estafador, Billy McFarland, hace creer a un montón de chavos ricos que lo que está anunciando como un festival de rap y pop existe. Lo hace mediante una serie de fotografías de modelos de Victoria's Secret posando en una playa de Miami, aunque el supuesto concierto ocurrirá en "la isla de Pablo Escobar en Bahamas". Ni la isla ni el concierto existen antes de que se hagan realidad a través de Instagram: el anuncio publicitario antecede a la existencia misma de lo que anuncia. McFarland, que ahora cumple una condena en una prisión federal por estafa, falsificación de documentos bancarios, e indemnizaciones no pagadas, había entendido cabalmente al siglo XXI: el empaque es lo nuevo, no lo que contiene. Unos años antes, en efecto, había vendido tarjetas de crédito negras. Eran tus depósitos bancarios de siempre, sólo que en un plástico que se veía más contundente en color negro. Esto mismo fue lo que han hecho los productores de computadoras, las automotrices, las que fabrican pantallas, los dispositivos móviles: cada año lo que realmente cambia es el modelo, es decir, la apariencia del mismo producto. Se convierte en una versión más deseable y la que posees es, por consiguiente, obsoleta. McFarland lo entendió y acabó vendiendo miles de boletos de 25 mil dólares a consumidores acostumbrados a confundir la fantasía individual con lo realmente existente. Llegaron a un páramo de grava en alguna isla de Bahamas equipada tan sólo con tiendas de campaña de US-Aid -para los campamentos de refugiados- y colchones empapados por la lluvia tropical de la noche anterior. Sin bandas de música, ni modelos de Victoria's Secret, ni paseos en yates con estrellas del rap, McFarland sólo les ofreció dos millones de dólares en botellas de alcohol. Sólo así la fantasía puede coincidir con lo tangible.

En La cultura del nuevo capitalismo, Richard Sennet escribe: "Podemos sentir un deseo muy vivo por tener una prenda determinada, pero a los pocos días de haberla comprado y empezado a usar, nuestro interés por ella...

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