Insurrección 2.0

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- El diálogo de sordos entre los llamados "Chalecos Amarillos" y el presidente Emmanuel Macron se agudiza. Aquellos llevan dos semanas exigiéndole al Poder Ejecutivo medidas para no seguir llegando al final del mes sin un centavo en el bolsillo; concretamente demandan la eliminación del impuesto sobre el diésel y la gasolina sin plomo.

Y lo hacen bloqueando la circulación en carreteras y calles, impidiendo el acceso a centros comerciales y gasolinerías y -como el pasado 24 de noviembre- enfrentando violentamente a las fuerzas del orden en la parisina avenida de los Campos Elíseos.

Pero Macron no quita el dedo del renglón y acaba de reiterar que no cancelará ese impuesto, el mismo que prendió el polvorín. Sólo hizo una concesión: lo suspenderá temporalmente en caso de un alza importante en el precio del petróleo, sin precisar cuál será el nivel de aumento que justificara la medida.

También instó a los Chalecos Amarillos a "convertir su coraje en soluciones", invitándolos a participar en una concer-tación ciudadana de tres meses que se llevará a cabo en toda Francia y en la que actores sociales de toda índole buscarán juntos conciliar dos emergencias: la lucha contra la crisis ambiental -que amenaza la sobrevivencia del planeta- y la necesidad de detener la disminución vertiginosa del poder adquisitivo de millones de franceses.

Macron lanzó esas propuestas el pasado 27 de noviembre, durante la presentación de su Programación Plurianual de Energía ante presidentes regionales, representantes del movimiento ecologista y líderes sindicales y empresariales, dando por primera vez la impresión de que tomaba en serio a los Chalecos Amarillos.

Recobrando el tono de empatía que le funcionó muy bien durante su campaña electoral -y que abandonó al llegar al poder-, el presidente aseguró que los oía y entendía su desesperación.

Pero no convenció a nadie: ni a la clase política gala ni a los sindicatos y menos aún a la opinión pública ni a la armada de sociólogos y analistas políticos que observan con lupa esa "insurrección 2.0"... sin mencionar el rechazo rotundo de los propios Chalecos Amarillos.

No se mostró más persuasivo Francoise de Rugy, ministro de la Transición Energética, quien se entrevistó también el 27 de noviembre con Priscilla Ludosky y Eric Drouet, dos de los ocho voceros del movimiento.

Los Chalecos Amarillos son unánimes: "Macron oye, mas no escucha. Y si de casualidad escucha, no entiende". Y también repiten: "Aunque diga lo contrario, Macron se preocupa más por el fin del mundo que por el final del mes de franceses como nosotros".

Resultado: los Chalecos Amarillos anunciaron que celebrarían el "Acto III" de su movilización este sábado 30 de noviembre, con una nueva marcha en los Campos Elíseos.

Movimiento plural

Heterogéneo, paradójico, desconfiado, abiertamente hostil hacia los partidos políticos, las organizaciones sindicales, los medios de comunicación y las clases urbanas "acomodadas", ese movimiento inédito que se va inventando día tras día está integrado esencialmente por una clase media venida...

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