La intervención en Libia

AutorOlga Pellicer

Ha corrido mucha tinta en los medios académicos y de Naciones Unidas sobre la urgencia de hacer de la Responsabilidad de Proteger un principio de Derecho Internacional según el cual la comunidad internacional tiene la obligación de tomar acciones cuando exista el peligro de actos de genocidio, crímenes de guerra, limpieza étnica o crímenes de lesa humanidad. Tomando en cuenta esos antecedentes, es comprensible que se alzaran numerosas voces criticando el inmovilismo ante la posibilidad que las fuerzas del dictador Gadafi llevaran a cabo atrocidades en contra de la población civil que estaba apoyando a los grupos rebeldes en Libia.

Sin embargo, las limitaciones de la decisión aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU dando luz verde a la acción de la OTAN, el desarrollo posterior de los acontecimientos y la incertidumbre sobre el desenlace final invitan a ver con ojos críticos lo que ha sido festejado, por algunos, como un avance del derecho humanitario, condenado, por otros, como una injerencia cuyos resultados son dudosos y cuyos verdaderos objetivos un tanto turbios.

Empecemos por la decisión del Consejo de Seguridad. La Resolución 1973 tiene el defecto de dar carta blanca a la OTAN para actuar en Libia sin fijar límite temporal. En efecto, se habla allí de tomar todas las medidas necesarias encaminadas a proteger civiles y zonas pobladas pero nada se dice sobre cuándo y en qué circunstancias debe llegar a su fin dicha protección. La protección de las fuerzas de la OTAN podría durar, por lo tanto, años si lo juzgan necesario.

No pasa desapercibido que la resolución no gozó de un apoyo generalizado; obtuvo justo los votos necesarios para ser aprobada. China y Rusia decidieron no hacer uso de su derecho a veto, que pueden ejercer por ser parte de los cinco miembros permanentes, y sólo se abstuvieron. Sin embargo, se han convertido, sobre todo Rusia, en críticos acérrimos de lo que ocurre en Libia, poniendo en duda la idea que se inauguró una etapa de consenso entre la comunidad internacional sobre acciones inspiradas por motivos humanitarios.

Más interesante que la abstención de los miembros permanentes fue la de otros tres países que, además, aspiran a obtener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad: Alemania, Brasil y la India. El caso alemán es significativo por el impacto negativo que tiene sobre la política exterior común de la Unión Europea, la cual, una vez más, se pone en duda al hacer evidente las diferencias entre...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR