"Invocación a Beethoven"

AutorSamuel Maynez Champion

Ante la importancia de la efeméride por los 250 años del nacimiento del genio de Bonn, nuestra columna no podía quedarse muda. Por ende, nos hemos ocupado en buscar un enfoque en el que resaltara el tímido despertar de su influencia en los músicos mexicanos, aprovechando también la coyuntura calendárica para sacar a la luz la obra señera que sirve de título para esta nota. En ese tenor, es de enfatizar que la mitificada figura del creador germano ha sido abrumadora para las generaciones que le siguieron, por tanto, el mérito de haberse sobrepuesto para rendirle un homenaje desde nuestras latitudes adquiere un enorme relieve dentro del decurso musical de nuestra nación.

Para abundar en lo anterior, baste referir la turbación y parálisis creativa suscitada frente a las obras beethovenianas por otros titanes de la altura, incluso, de Johannes Brahmsy Peter llyich Tschaikovsky, quienes lo dejaron por escrito al padecerlo en carne propia. Brahms, por ejemplo, le confesó con pesadumbre a un amigo ante el cuestionamiento de éste por el retraso de años que llevaba al componer su primera sinfonía: "No tienes idea de lo que significa para nosotros escuchar siempre aun gigante marchando atrás de uno". Mas no en balde, en la producción brahmsiana los guiños y evocaciones hacia Beethoven son cuantiosos, como en el caso de la reminiscencia de \aNovena en el tema principal del Finale de la citada sinfonía, o las referencias explícitas al motivo rítmico de la Quinta en su tercer Cuarteto para piano, o su neta sumisión ante la sonata Ham-merklavierderu.ro de su propia primera sonata para piano...

Por su lado, Tschaikovsky apuntó en su diario: "De vez en cuando me ponía a estudiar una sinfonía de Beethoven. ¡Qué extraño! Esta música me hacía sentir cada vez más triste y me convertía en un infeliz durante semanas. Desde entonces me llené de un deseo ardiente de escribir una sinfonía, un deseo que brotaba de nuevo al entrar en contacto con la música de Beethoven. Sin embargo, sentía con demasiada intensidad mi ignorancia, mi completa incapacidad para lidiar con la técnica de composición, y este sentimiento me llevó a la desesperación".

Y sin lograr reprimir del todo esa cruenta desesperación, a Tschaikovsky le costó un trabajo inmenso sentirse apto para escribir sus sinfonías, a la vez que en cada ocasión que pudo recurrió a la fuente beethoveniana para crear motivos melódicos. Famoso el de su primer concierto para piano en el que su apertura copia el motivo...

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