La íra de Dios medieval, mutiló Notre Dame

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS, FRANCIA.- Son las nueve de la noche. Somos miles apretados los unos contra los otros, estupefactos, hipnotizados, horrorizados. No podemos dejar de mirarla tan digna y estoica, maciza y frágil, iluminada por las llamas que la devastan, amputada de su aguja...

Notre Dame se está quemando. Notre Dame lleva dos horas quemándose.

Y nada ni nadie parece poder salvarla de su hoguera.

De repente una voz femenina muy suave entona un himno religioso dedicado a María, se le unen otras voces, y más, y más. Se improvisa un coro fervoroso y delicado que luego canta el Padre Nuestro...

Y cuando las palabras "Perdona nuestras ofensas... Líbranos del mal..." resuenan en la noche fría al tiempo que se alocan las llamas que amenazan las dos torres gemelas de la catedral, todos -hasta los ateos más empedernidos- sentimos escalofríos.

Se desvanece el siglo XXI, resurgen la Edad Media y su terror de "La ira de Dios"...

Nadie podrá olvidar el crepúsculo del 15 de abril de 2019 ni la siniestranoche que siguió.

Tan fuerte es la emoción que sacude Francia ante esa tragedia que la vida política del país se paraliza.

Emmanuel Macron renuncia a pronunciar una alocución televisiva capital para su quinquenio prevista para las ocho de la noche ese mismo día 15.

El presidente se aprestaba a anunciar medidas políticas y económicas "esenciales" en respuesta al movimiento de los chalecos amarillos y a las exigencias expresadas por los franceses durante el gran debate nacional que se llevó a cabo del 15 de enero al 15 de marzo.

Los líderes de la oposición interrumpen sus ataques contra el Jefe de Estado. Los internautas mismos paran en seco cualquier intento de lanzar rumores com-plotistas en las redes sociales para "explicar" el incendio, y de igual forma actúan los chalecos amarillos en sus propios rangos. Francia, más dividida que nunca después de cinco meses ininterrumpidos de protestas y de crecientes tensiones sociales, hace una pausa para recogerse ante su catedral mutilada.

A lo largo de sus 857 años de existencia, Notre Dame, lugar de culto ancestral y obra maestra del arte gótico, se convierte paulatinamente en testigo mayor de la historia gala y en uno de los grandes símbolos de la identidad francesa.

Contrario a la catedral de Reims y a la basílica de Saint Denis ligadas a la realeza -la primera porque en ella fueron coronados 33 reyes del siglo XI al XVIII, y la segunda por albergar, hasta la revolución, las sepulturas de 42 monarcas-, Notre Dame acoge en grandes ceremonias emblemáticas la vida de la nación.

Y lo hace desde el siglo XIV, cuando el rey Felipe el Bello convoca en ella en 1302 -y no en su Palacio de Le Louvre- los llamados estados generales, asamblea integrada por representantes de la nobleza, del clero y del tercer estado para apoyarlo en su lucha contra el Papa Bonifacio VIII. El monarca logra convencerlos y así se independiza del Pontífice. Nacen las primicias del sentimiento nacional galo.

Los 17 de noviembre de 1918 y 26 de agosto...

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