Para Israel, todos son "blancos legítimos"

AutorTémoris Grecko

Aunque ese ejército ha intentado convencer a la opinión pública de que es "el más moral del mundo" -con campañas de propaganda que, entre otras cosas, muestran a operadores de drones absteniéndose de atacar objetivos al notar la presencia de niños y civiles-, testimonios de soldados israelíes que sirvieron durante ese conflicto revelan que, en el terreno, los procedimientos militares establecidos para proteger a la población no combatiente fueron anulados por órdenes oficiales, y la práctica fue considerar blanco legítimo a toda persona cercana a las operaciones, realizadas en áreas densamente pobladas, sin atender a su condición o edad.

Además el miércoles 15 el ejército israelí se declaró libre de haber cometido faltas durante los ataques que realizó del 1 al 4 de agosto de 2014 contra la ciudad ga-zatí de Rafah. Un informe previo de Amnistía Internacional, en cambio, acusa a Israel de haber cometido crímenes de guerra al aplicar la "directiva Aníbal" -que ordena "lanzar poder de fuego masivo" para impedir el secuestro de un soldado vivo, en este caso el teniente Haidar Goldin- y matar a 135 personas al bombardear "zonas civiles densamente habitadas".

La matanza

Todo ocurrió frente a los periodistas que comían en la terraza del hotel Al Deira, uno de los pocos sitios considerados seguros en Gaza durante la guerra de 2014. "Puedes pasar semanas viendo sucesos horribles cada día, pero hay uno que realmente se queda contigo", escribió Tyler Hicks, fotógrafo de The New York Times.

Ayman Mohyeldin, de la cadena NBC, había estado jugando con ocho primos -de entre nueve y 11 años- de la familia Baker, bien conocida en esa zona. Después los niños fueron hacia los embarcaderos del puerto.

En Gaza la gente vive consciente de que desde arriba es constantemente vigilada por drones artillados israelíes. A veces no los ve, pero siempre los escucha y puede imaginar que un muchacho que hace el servicio militar, de 18 o 19 años, está lejos de allí, en la base área de Palmachim, en el sur de Tel Aviv, observando la pantalla, sujetando el joystick, con el pulgar sobre el gatillo, decidiendo si va a disparar o no.

A las 15:30 horas de ese 16 de julio, un dron Hermes 450 transmitió imágenes de gente que se aproximaba a un contenedor que había sido destruido un día antes, bajo sospecha de que servía para ocultar bombas, aunque no hubo explosiones secundarias que lo confirmaran. Eran los ocho niños. Ismail Baker, de nueve años, se metió en lo que quedaba del...

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