Ivaginaria / La familia rota

Las familias se rompen y se recomponen los vínculos, es decir, evolucionan a otro tipo de familias, con apoyos diferentes y cotidianeidades adecuadas. Por ello es atroz el caso del suicidio de Mireya Agraz Cortéz, y el infanticidio de sus tres hij@s y el suicidio de su padre. La madre de Mireya también estaba en el plan suicida y fue encontrada a tiempo y lograron salvarle la vida. Se espera que declare.

La historia de Mireya Agraz Cortéz, a punto de cumplir 40 años, de Río Verde San Luis Potosí, es un lugar común, misma que podemos conocer todes en las redes sociales, que ahora están atiborradas de pésames y luto por la muerte de toda una familia. No sé si algunas de las amiguis que dicen que la extrañarán mucho supieran de la situación de la mujer, quien libró una larga batalla legal hasta el suicidio.

Las circunstancias, dependiendo de quién hable, revelan a una madre alterada y deprimida después de haber perdido la custodia y guarda de los niñ@s, y por otra parte la acusación sobre padecimientos mentales y depresión aguda de Mireya, la señalaba como madre inviable. Fue evaluada por peritos especializados y eso le llevó a este tremendo crimen: no pudo con la realidad de tener que ceder a sus hij@s.

Leopoldo Olvera, exesposo de Mireya y padre de los niñ@s, recuperó los cuerpos de sus hijos antes de que la familia de su exesposa pudiera organizarles un funeral. Sólo velaron los restos de Mireya y su papá. La abuela sobrevivió y le toca la peor parte: la de declarar sobre los arreglos previos a estos suicidios e infanticidios.

Sobre el padre hay muchos señalamientos, todos ellos indignos y horribles, empezando por la violencia doméstica y las presuntas acusaciones de abuso sexual en perjuicio de sus propios hij@s. Han sido declaraciones de un lado y del otro, demandas y juicios y un desgastante proceso legal en el que todos perdieron.

Este escenario extremo y doloroso, en el que además, cada uno de los miembros de la familia ha sido una víctima, revela algo más terrible. Mireya resulta ser la víctima más herida y violentada, y es quien lleva la batuta en la eliminación de este pesar. Tras denunciar una y otra vez y ser desoída o descalificada, ella sienta un precedente sobre los usos y costumbres maloreados en el sistema de justicia...

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