Ivaginaria / Hombres vírgenes...

Un hombre virgen significa en la convención, en el imaginario popular y lugar común, una persona que no ha tenido coitos, ergo, no ha penetrado ningún orificio de otro ser humano. No hablamos de las iniciáticas experiencias animales que tienen algunos en sitios bucólicos en donde los malvados molestan a las cabras y mandan al más allá a las gallinas. Un hombre virgen es uno que no ha cogido.

El hombre virgen es un estadio de la vida sexual de los varones en la que no están muy seguros, porque saben que no deben de permanecer ahí mucho tiempo, pero en realidad no saben ni porqué. Sólo no quieren ser vírgenes, no parecer jotos ante sus amigos o parientes homofóbicos e incluso intentan ser algo o hacer algo de lo cual no poseen idea de qué trata.

Hay un cuento en el cual un niño trabaja afanosamente para ganarse unas pocas monedas para ir con una mujer que vivía cerca de su casa, que se dedicaba a hacer hombres a los hombres. Eso era lo que hacían sus hermanos mayores, a veces hasta su papá y otros hombres ya hechos hombres, con ésa u otras mujeres que recibían dinero por ese trabajo. Cuando el niño junta las monedas y va con la trabajadoras sexual a que lo haga hombre, ella lo sienta en su regazo y lo arrulla. Es sólo algo que los batos creen que deben hacer, para embonar y entrar a la manada.

Los batos en su mente desde la iniciática programación genética vienen precargados con una idea reproductiva, como si fueran aspersores de leche obligados a preñar a quien sea. El asunto de ser hombre, de iniciarse con un coito, de usar su pene por fin en la desconocida vagina y todo lo que viene pegada a ella, es un rito ancestral y determina al hombre en todas sus dimensiones.

Del ser hombre depende ser proveedor, deseado, fuerte e invencible, protector y salvaguarda de todo lo que le rodea. De ahí viene que deba ser hombre y probarse en una penetración para que sepa de lo que se trata el ser hombre, meterla, eyacular y poblar esta comarca. Todas esas pruebas emasculatorias y castrantes en las que se implican los batos para hacerse hombres y mantener esa vara alta a como dé lugar, es lo que les frunce el tafanario. Es demasiado...

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