Ivaginaria / Menamorodetí...

Este mes vamos a celebrar el amor... pero no el amor romántico o romantizado que depende de muchos ideales estrambóticos para existir, sino del amor chido que nos permite ser personas amando, no las garras que otr@ arrastra. ¿De qué va el amor romántico, romantizado o de aspiraciones románticas? De que se cree va a ser para siempre; de que hay sólo un amor en la vida; de que el amor todo lo puede y perdona aunque sufra; de que los celos son amor; de que si me pega me ama; de que hay que hacer todo juntos sino no hay querencia verdadera; de que una tiene que ser rescatada o protegida por un señor; de que el amor solucionará todos los problemas y de que se asume que el amor es algo que no se extingue.

Querido público: el amor no acaba: con el tiempo y un jalesote, muta en una vinculación afectiva más fuerte y verdadera, si se trabaja por ello en conjunto.

Pero lo que sí es un estadio humano real y que ha sido motivo de estudios científicos, es el de la limeranza, que es cuando uno se clava en una persona, se enamora y desde ese momento empieza a andar en el país del chocolate. La psicóloga Dorothy Tennov documentó ese fenómeno en 1981.

Ella observó conductas repetitivas y comunes entre sus alumn@s, quienes bajaban su rendimiento escolar y la atención cuando se liaban o enamoraban, lo cual era muy notorio. Si hay algo grandilocuente en la manifestación del enamoramiento es ese momento en la adolescencia. Ese primer golpe de amor, de lo que se cree que es amor, es la absoluta heroína de nuestras venas, porque queremos y ansiamos amar, pero en realidad no nos queda claro porqué ni para qué, sólo queremos esa piel próxima que deseamos.

La llamada también limerancia se caracteriza por emociones un tanto volátiles como experimentar nerviosismo ante la entidad deseada, que haya pensamientos obsesivos, clavados y fantasiosos, a veces irrealizables o idealizados y existe un permanente miedo a no ser correspondido, al rechazo o al abandono. Es como una montaña rusa que sube rápido y sólo se quiere estar arriba.

Considerando los preciosos proceso bioquímicos por los que se atraviesa en la etapa de la limeranza, hasta dan ganas: se emiten feromonas que son como los navegadores del sexo, porque nos permiten crean sensaciones de confort y seguridad para ir...

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