IVAGINARIA / No entra y no entra

En algún periodo de nuestras vidas algo va a fallar en nuestra vida sexual. Ya sea por cuestiones físicas o bien por razones psicológicas. El cuerpo de alguna forma se defiende de los embates externos y el acto sexual puede sufrir las consecuencias.

Es como cuando alguien sufre de eyaculación precoz y no cuenta con una pareja comprensiva. Mientras más presión y compromiso sienta una persona que debe de cumplir, resulta contraproducente. Esto que puede sonar a un lugar común, vale la pena repetirlo porque cuando se trata de disfunciones sexuales un@ cree que con nosotr@s la cosa va a ser diferente. Va a resolverse con mayor facilidad, sin embargo no es así porque se trata de colaboración en pareja en muchos casos, cuando se trata de acomodar una disfunción sexual.

Una de las disfunciones en el estímulo sexual por parte de la mujer suele ser el vaginismo. Este sucede cuando las chicas son impenetrables. Por alguna razón física o psicológica las nenas no logran relajar los músculos que rodean a la vagina, y aunado a una ausencia de lubricación, difícilmente se logrará la penetración porque no hay acceso.

El vaginismo suele ser tan traumático a veces, que las parejas con una mujer que sufre este desacomodo, optan por vías alternas para el fornicio. Me resulta sorprendente conocer casos de nenas que prefieren mil veces una penetración anal, mande, que la genital, porque no soportan la entrada de un pene. Pero qué tal por detrás, ni le hacen gestos. ¿Cómo sucede tal cosa? Prefieren evitar la genitalidad para que no haya incómodos en el sexo, pero a la hora de reproducirse es cuando deben asumir el problema y consultan.

El vaginismo se presenta por lo general en una fase del estímulo sexual que se llama refractario o de resolución, pero dadas las circunstancias puede presentarse en todas las fases del estímulo, ya que simplemente se cierra la entrada y aquí ya no pasa nadie. Es como cuando una loca saca de la fiesta a todos los que están ahí porque le da un ataque y se encierra sola en su casa dando un portazo. Ay cuántas veces he visto...

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