Ivaginaria / La quintrala

Catalina de los Ríos y Lisperguer fue una terrateniente chilena que le encantaba formiciarse a sus inquilinos, a los peones de su fundo (hacienda), quienes trabajaban en condiciones infrahumanas y que, además de laborar la ardua tierra, debían de ponerle a la patrona. Esta señora aristocrática descendiente de la aristocracia chilena y europea, fue asimismo conocida por bruja, tirana, opositora de la iglesia católica y por amarradora de navajas, porque le encantaba hacer que los batos de batieran en duelo por ella. En pocas palabras, me cayó bien de entrada. Excepto por la leyenda de que asesinó a su padre, Gonzalo de los Ríos, delito del cual salió impune.

Ahora, querido público me encuentro en La Ligua Chile, en donde impartimos un curso de educación integral de la sexualidad en el Centro Cívico local, y acá me regalan la historia de esa leyenda chilena, que es como una María Félix, combinada con la sangrienta Condesa Bathory de Leopold von Sacher Masoch.

La quintrala, como le apodaban, poseía una proverbial belleza y atractivo, con el cual intentó muchas veces seducir a los religiosos, que quizás le encantaban porque oponían resistencia por su voto de castidad. Lo bonita nunca le quitó lo malvada porque con mano de hierro manejó su fundo, su haciendita de más de dos mil hectáreas, que cubre la zona de La Ligua hasta Cabildo, una región al mero centro de Chile, ubicada a unas dos horas de la capital de Santiago.

Mucho de lo que se dice de esta terrateniente terrible son leyendas bucólicas sobre su crueldad y sus modos tiránicos. Cuentan que la señora iba a por unos negros que laboraban en sus tierras, se los tiraba en toda la extensión de la palabra y luego ya saciada, los amarraba con grilletes al tronco de una palmeras y los azotaba hasta la muerte.

Esta patrona fue una santiaguina nacida en 1604, que enarboló cualidades tremendas y temidas, que dicho sea de paso, eran las mismas artes que desplegaban los terratenientes hombres que poseían fundos. Ni la religión pudo domarla, al grado que mandó sacar a un hermoso santo Cristo (a quien atribuyen muchos milagros) porque no le gustaba que le estuvieran poniendo mala cara ante sus atrocidades.

Ella simplemente actuaba como un señor cualquiera que poseyese harto terreno. Pero de una damita en...

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