Ivaginaria / La regla: a todas nos mide

El día que me bajó en la secundaria, tenía dos meses con la menarca, y por supuesto que no traía conmigo una toalla sanitaria. Cuando me enteré ya traía la falda como el babero de bebé Drácula y no atinaba a resolver. Salí del salón de mi clase de taquimecanografía, lo más cercano a un campo de concentración que he estado y recorrí los pasillos aterrada; chorreando como si me acabaran de apuñalar. Al final del corredor veo a Mamá Osa, la prefecta. Esa mujer en lugar de corazón tenía un trozo de piedra pómex y siempre fue mala conmigo. Me odiaba porque un primo mío Rodarte le hacía la vida imposible.

La infame señora me grita: ¿qué haces afuera del salón, Rodarte? Y yo muy valentoncita le dije: aquí sangrando. Pensé que esa entidad del mal me iba a tener una poca de compasión. En cierta manera la tuvo. Me llevó arrastrando hasta el piso de tercero, buscamos a Wichi, Luisa (no me acuerdo del nombre de mamá osa ni de mi idiota primo Rodarte) y ella me regaló una toalla sanitaria que sacó de su mochila. Corrí al baño a cambiarme.

Luego entendí porqué Wichi no se había ni inmutado: de sus útiles sacó una pequeña bolsa de plástico ziploc y adentro estaba una de esas toallas sanitarias enormes de alas y un calzón limpio. En ese entonces estaba tan sacada de onda de que me hubiese salido un torrente de sangre tan poderoso de mi cuerpo, que ni siquiera pensé que esa niña de tercero estaba siendo sorora y compasiva. Que ella hacía eso porque seguramente le había pasado algo similar.

En mi salón nadie se dio cuenta. Mi maestra de taquimecanografía, que estaba idéntica a Yoda, pero con peinado de rulos, sólo me dijo: "cómo sea tienes que quedarte a terminar el ejercicio...". En ese momento sólo pensé con maldad que había dejado el calzón de la masacre en el bote de basura del baño. Lavé mi falda y la volteé y traía la braguita limpia, así que nada me importaba. Mi mamá le compró unos calzones nuevos a Wichi y claro, a partir de ese día, olvidé siempre llevar una toalla sanitaria a mi escuela porque mi cabeza estaba en otro planeta: los batos.

Así que para quienes están criando niñas y adolescentes les imploro: que lleven en su mochila una bolsita como las de cosméticos con una toalla...

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