Izquierda y derecha empujaron el rearme guerrillero

AutorRafael Croda

BOGOTÁ.- La imagen del anuncio del rearme de un grupo de antiguos combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tiene, dentro de su gravedad, un dejo de ironía: en ella, el excomandante Jesús Santrich, quien es invidente, aparece con un fusil AK-47 terciado en el pecho.

Santrich es un reconocido estratega político, un músico talentoso y tiene una cultura sobresaliente, pero su ceguera lo inhabilita para el combate.

Por eso el fusil que portaba en el video en el que el exnúmero dos de las FARC, Iván Márquez, proclamó, el pasado 29 de agosto, el surgimiento de una "nueva guerrilla", es más que nada parte del montaje escénico para imprimir un carácter revolucionario y emancipador al atípico grupo armado que hoy agita el escenario político de Colombia.

Para el politólogo Gustavo Duncan, la escena de un invidente cargando un fusil simboliza más bien la incapacidad del nuevo grupo subversivo para ver la realidad política nacional y regional y apostar por la violencia sin calcular sus consecuencias.

Desde el inicio de los diálogos de paz con las FARC en La Habana, en 2012, Iván Márquez y Jesús Santrich representaron el ala más dogmática y radical de esa exguerrilla. Desde esa época, también, los dos se convirtieron en los villanos favoritos de la ultraderecha colombiana encabezada por el expresidente Álvaro Uribe, quien hizo todo lo posible por evitar que se firmara el acuerdo de paz y, después de que eso ocurrió, en noviembre de 2016, ha hecho todo lo posible por evitar su implementación.

Algunos políticos desde la extrema izquierda, y Uribe desde la ultraderecha, se han encargado de socavar el proceso de paz que puso fin, hace casi tres años, a un conflicto armado de más de medio siglo.

Márquez y Santrich decidieron retomar las armas junto con excombatientes de élite de las FARC, como El Paisa y Roma-ña, y su decisión plantea un escenario desafiante para Colombia.

El exdirector de Inteligencia de la Policía Nacional, general Jairo Delgado, dice que el Estado "debe tomar muy en serio la amenaza que representa" el nuevo grupo armado, sobre todo en dos variables que pueden ser "críticas": el terrorismo y la guerra de guerrillas.

La nueva estructura, dice el experto en geopolítica y relaciones internacionales de la Universidad del Rosario, no tiene capacidad de hacer una guerra territorial, pero sí para realizar ataques focalizados -en esas dos modalidades- contra "la oligarquía", a la que declaró como "objetivo".

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